Es natural, legítimo y recomendable el entusiasmo y la euforia de los sectores democráticos por el resultado que pudiera arrojar el 7 – O a favor del cambio. Lo que es desaconsejable es creer que ya Capriles ganó o que Chávez ya perdió. Tres millones de votos sorprendieron a los optimistas y a los pesimistas en las primarias que convirtieron a Capriles en el candidato presidencial de la Alternativa Democrática; en cambio, en las elecciones del 7 – O cada voto democrático deberá ser bregado y defendido, no habrá sorpresas entonces: Capriles está ganando porque se propuso emocionar – y lo ha logrado – a importantes segmentos de electores que pertenecen a sectores populares como quedó demostrado en Siquisique, Aguada Grande, Santa Inés y Moroturo del Municipio Urdaneta y en Duaca, Municipio Crespo, comunidades que se lanzaron a las calles para recibirlo alborozadamente el Miércoles de esta semana. Pero igual reacción de los sectores populares ocurre en todo el país.
Y está ganado Capriles porque descubrió el tono de la campaña para derrotar a Chávez. No es lo mismo competir entre panas como Pablo Pérez o Leopoldo López, por ejemplo, que contra un sujeto y un régimen cuyo punto de partida `para la confrontación política es considerar al adversario como “la nada” o en el mejor de los casos como un “majunche”, es decir como una cosa o un animal. Cuando el presidente saliente, en cadena de radio y TV, llamó a Henrique Capriles “cochino”, es porque piensa eso del próximo presidente de la República y en buena medida uno podría inferir que piensa que quienes votamos por Capriles, como usted y como yo, somos lo mismo. Cuando reta a Henrique Capriles, obligándolo a la confrontación personal con él, con ideas, se contradice: Insultar a otro desde el poder no es una idea ni un argumento, es una canallada y una cobardía. Luego, aunque el escenario electoral es otro, Capriles se mantiene ganando, al descolocar al régimen, dejándolo sin discurso.
La otra circunstancia que favorece a Capriles es su juventud y su simbolización del cambio. Chávez no es viejo pero su discurso, sus anécdotas y sus cuentos malos tienen telaraña. Luce avejentado, que es otra cosa. No se cuanto significa eso en mediciones pero es obvio que el ambiente electoral tiene aromas de cambio. No es cierto que todos los pobres estén con él, no es cierto que a quienes le maten un hijo o un hermano estén con él, tampoco los desempleados, los buhoneros, los primeros votantes. Lo más seguro es que estén con quien encarne la esperanza, el futuro, la prosperidad; y, Capriles lo asume y lo encarna. Para reforzar este aserto cabe citar aquí al paisano historiador, Manuel Caballero: “Los pueblos cambian no cuando las cosas están mal, sino cuando piensan que las cosas pueden estar mejor”. Y Capriles ha logrado matrizar la idea de que en Venezuela vamos a estar todo mejor si él gana.
Por otra parte, en este nuevo ambiente electoral cada liderazgo democrático ha sido reconocido aunque no haya ganado su nominación en primarias. cada candidato a alcalde, gobernador o diputado tiene su puesto de lucha en la cancha, pero para que gane Capriles la presidencia. En otras palabras, se entendió que todo el esfuerzo de cada uno de los que votamos y de los que piensan votar el 7 – O debe ser en función de Capriles. En efecto, sentenciamos que no existe una elección más importante que la de Capriles ni ningún candidato que tenga prioridad sobre su elección a la presidencia. Por supuesto que no es nada fácil derrotar a Chávez… pero ya lo hemos hecho, tres veces le hemos ganado: en el 2007, con la enmienda constitucional; en las parlamentarias de 2010 obtuvimos más votos que él, que se autodenominó candidato, y el 12 F, en las primarias, cuando anunciaban que solo concurrirían a ellas entre 500 mil a 800 mil electores.
Finalmente, Chávez va a perder porque no va a abandonar lo que antes le dio éxitos: confrontación y reparto de dinero en efectivo por distintos mecanismos. Las dos tácticas electorales son viejas. Si algo de original tiene la campaña de Capriles es que está demostrando que aprendió de los errores de la oposición, y trazó su propia y novedosa estrategia: hablar lo necesario, ir al grano con los problemas del país, escuchar a la gente y caminar con ella cubriendo entre 3 ó 4 pueblos por día. La otra cosa que está por comprobarse y que todo indica que se consolida, es la inercia del cambio, la fuerza inercial de una esperanza, la convicción de que el régimen nos lleva por un mal camino; si esa convicción se consolida en la inmensa mayoría de nuestros compatriotas: adiós Chávez, no hay reparto de plata que detenga su caída.
En todo caso, son mis conjeturas, aproximaciones, apuestas. Está en el ambiente la sensación de que Capriles está derrotando a Chávez y su régimen, sino fuera así no estarían chillando tanto. Así las cosas, pues, se trata de que cada uno de nosotros cumpla el esfuerzo patriótico que le corresponde.