#Opinion: ¡AY, TIBISAY! Por: Alicia Álamo Bartolomé

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Del Guaire al Turbio

Inundaciones, puentes que se rompen, carreteras interrumpidas, derrum- bes dentro de la propia capital de la república, apagones por culpa de ra- bipelaos, lagartijas y zamuros, cárceles en sangrientos conflictos gober- nadas por los propios presidiarios, sindicatos de obreros en perenne y justa protesta. En Caruachi, fallido acto electoral: el tipo con la botella de la fábri- ca que no funciona en una mano y en la otra el micrófono que se quedó fe- lizmente mudo para no escuchar más sandeces; pero se oían las airadas voces del público y la del locutor que pretendía continuar la transmisión mientras pasaban las aguas de Guri y, de repente, la bandera flameando, las estrellas en lo mismo –ya como que no sale el caballito- y fin de la abu- rrida cadena. Bueno, no tan aburrida, porque ver al mandón saliente desconcertado ante la mudez obligada y tan cursi con su botellita en la mano, valió la pena, fue algo delicioso, inolvidable, de antología de la ridiculez en vivo. ¿Un accidente de electricidad en el corazón de la principal central hidroeléctrica del país? ¡Inadmisible! Sólo posible en el reinado de la incompetencia que inauguró y mantiene vigente este desgobierno. Pero le voy a conceder algo a éste: creo que no fue tanto la incompetencia técnica como la furia de los sindicalistas engañados de promesas incumplidas, de la gente que ha dado esfuerzo y vida para construir el gran complejo industrial de Guayana y que ahora presencia el desmantelamiento y destrucción de todo, lo cual lleva al desempleo, el hambre y la inseguridad. ¡Ellos cortaron la verborrea de insensateces! ¡Bravo! En esa región, ni un voto decente sacará el mandón saliente, tal vez algunos de los indecentes.

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La guinda del gran desastre nacional: las trágicas explosiones de Amuay. No se concibe mayor desprecio por la vida humana y de la en otrora empresa petrolera floreciente, que este dejar de mantener, de cuidar, de pre- venir, de estar siempre atentos ante el almacenamiento y manejo de un material tan peligroso. Dejadez criminal. Con sólo este terrible acontecimiento, el mandón saliente y sus secuaces deben ir al tribunal de La Haya. De allí salir presos, pero no para cárceles corrientes sino para jaulas de
zoológicos, aunque quizás no, por respeto al noble reino animal. Lo que
más les corresponde como celda es una gran paila. En Falcón, ni un voto decente sacará el mandón saliente, tal vez algunos de los indecentes.

Violencia desenfrenada, hampones que esgrimen armas del ejército, ausencia de castigo, invasiones y expropiaciones a fincas e industrias de alto rendimiento para desolarlas y dejarlas en la ruina, como contribución eficaz al desempleo. Ensañados contra puertos y aeropuertos que manejaban los estados, ahora en manos del desgobierno nacional, son un desastre como Puerto Cabello, testigo mudo de colas de barcos sin cupo para atracar donde se pudren los víveres de importación, como se han podrido a granel en cientos de contenedores abandonados en la geografía del país; porque una vez que los improvisados importadores se hicieron con el dinero, poco les importó el destino de los alimentos y por eso nunca llegaron a los estó- magos hambrientos. El estado Carabobo ha sido víctima de la mayoría de estos desmanes, como han sufridos otros: Táchira, Miranda, Zulia y Nueva Esparta (carcomido de túneles para armamentos) por la sencilla razón de tener gobernadores de la oposición. No se salvan tampoco los estados cu- yos gobernadores se voltearon de su posición primera, hartos del despelote nacional, como Lara y Monagas. En todos éstos ni un voto decente sa- cará el mandón saliente, tal vez algunos de los indecentes.

¿Saben que realmente no creo en la incapacidad sino en mucha capacidad para el mal, además premeditada? Así, se acreditan un gran triunfo: acabaron con el país. Entonces, nuestra reacción total y lógica, es llevar a la presidencia, arrasando, a Henrique Capriles Radonski.

En este punto me acuerdo del personaje de Plácido Ancízar en “El día que me quieras” de José Ignacio Cabrujas y su expresión amenazante contra su jefe: ¡Ay, Pimentel! ¡Ay, Pimentel! Porque cuando pienso en la noche del próximo 7 de octubre y la avalancha de resultados dando como seguro ganador a Capriles llegando al CNE, ¿qué va hacer su presidenta y las otras infelices féminas chupamedias que la acompañan, exceptuando, por supuesto, al único varón y digno Vicente Díaz, que tiene años sufriéndolas?
Pues no me sale otra que decirle, entre sonriente y misericorde: ¡Ay, Tibisay! ¡Ay, Tibisay! Hubiera sido mejor que sólo continuaras la digna tradición musical de tus ancestros.

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