Michelle Obama, la indispensable primera dama, abogada en jefe de su marido

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La primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, destacó el martes que su esposo no había cambiado en sus cuatro años de gobierno y que merecía la confianza del país por cuatro años más.

En el primer día de la convención demócrata en Charlotte, Carolina del Norte (sureste), la primera dama elogió al presidente cuyos valores, según ella, guiaron sus decisiones en materia de economía, educación y salud. Es un hombre «en quien podemos creer», dijo.

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«Me recuerda que el cambio es difícil, que el cambio es lento. Pero que al final llegamos siempre», agregó.

«Vi de cerca lo que es ser presidente», explicó. «Como presidente se reciben toda clase de consejos de todo tipo de personas, pero al final, cuando hay que tomar una decisión… todo lo que tienes para guiarte son tus valores, tu visión, y las experiencias que en nuestra vida hicieron lo que sos», añadió.

«Barack conoce el sueño americano porque lo vivió, y quiere que todos en este país tengan la misma oportunidad, no importa quién sea, o de dónde venga, o cómo luzca, o qué quieras», dijo la primera dama, ovacionada de pie a su llegada al podio del Time Warner Arena, con un vestido en tonos rosa y grises platinado y unos altos tacones rosados.

La primera dama, que no mencionó a al adversario republicano para las elecciones presidenciales Mitt Romney en todo su discurso, recordó que su esposo «fue criado por una madre soltera que pasó trabajo en pagar las cuentas, y por abuelos a los que buscaba cuando necesitaba ayuda».

«Vi que ser presidente no te cambia, eso revela lo que sos», afirmó. «Debemos una vez más unirnos y enfocarnos en el hombre en el que podemos creer para hacer avanzar al país», insistió.

Dinámica, divertida y muy popular, Michelle Obama se ha convertido en los últimos meses en la mejor abogada de su marido para convencer a los estadounidenses desencantados de que le permitan estar cuatro años más en la Casa Blanca.

Michelle Obama no parecía embarcada en las ambiciones políticas de su marido, pero tras la llegada de Barack Obama a la presidencia desempolvó poco a poco el traje de primera dama y el martes fue la estrella de la primera jornada de la convención demócrata.

Abogada diplomada en la prestigiosa universidad de Harvard, Michelle Obama, de 48 años, utiliza con frecuencia Twitter, aparece en televisión, habla con amor de su marido y sus dos hijas Sasha y Malia y está en la tapa de muchas revistas, como Vogue, que destacan su elegancia.

Desde principios de año ha participado en unas 80 reuniones para recaudar fondos y 24 mítines de campaña para la reelección de Obama.

Excelente oradora, concentra toda su energía en atenuar la frustración de los electores ante los pobres resultados de la economía y en convencerlos, sobre todo a las mujeres, de no abandonar a aquel en quien depositaron todas sus esperanzas de cambio en 2008.

«Diga lo que diga hoy, no será tan bueno como lo que escucharán este noche de la estrella de la familia, Michelle Obama», bromeó Barack Obama en Virginia (este) horas antes del discurso de su mujer en la convención demócrata.

En cuatro años, su popularidad subió tanto como bajó la de su marido, pasando de 43% de opiniones favorables antes de la convención demócrata de 2008 a 66%, según un reciente sondeo de Gallup. La de Barack Obama se sitúa en 45%.

«¿Cómo no quererla? Cría dos niñas magníficas, es la creadora de iniciativas muy populares entre el electorado y es una mujer inteligente y atractiva», explicó a la AFP Thomas Mann, experto de la Brookings Institution.

«Es la primera en cuestiones de moda, la primera mamá, la primera jardinera. Y esa imagen funciona», resume por su parte Robert Watson, de la Universidad de Lynn (Florida, sudeste).

La primera dama, que siempre evitó los temas políticamente sensibles, construyó su popularidad con cuestiones que tocan a los estadounidenses, como sus campañas contra la obesidad infantil y a favor de una mejor alimentación -tiene un jardín orgánico en la Casa Blanca- y el apoyo a las familias de los ex combatientes.

La revista Forbes, que todos los años la incluye en su lista de las 100 mujeres más poderosas del mundo, ya la describía en 2010 como un «ícono de la moda y una deportiva madre de dos niñas».
«Es Jackie Kennedy con un diploma de derecho de Harvard y una buena cultura de la calle adquirida en el barrio sur de Chicago», donde creció hija de una empleado municipal y una secretaria, agregaba Forbes.

En Charlotte, los delegados demócratas compiten a la hora de elogiarla.
«Es magnífica, una ejemplo para todas las mujeres», declaró Shelby County, una abuela de Memphis (Tennessee, sur), que viajó con su nieta de tres años para preparar «la próxima generación de demócratas».

«La adoro. Es tan increíble, da tanto de su tiempo para ayudar a los niños, luchar contra la obesidad, ayudar a las familias de militares», coincidió de su lado Kelly Jacobs, delegada de Misisipi (sur).

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