Un ex veterano de Guerra extranjero escribe con nostalgia lo siguiente:
“Tengo muchos recuerdos de mi padre y de cómo crecí a su lado en nuestro departamento junto a las vías del tren. Durante veinte años oímos el rugido del vagones cuando pasaba por la ventana del dormitorio.
De noche, tarde, papá esperaba solo en las vías el tren que lo llevaba a su empleo en la fábrica, donde trabajaba en el turno de medianoche.
Esa noche en particular, esperé con él en la oscuridad para despedirlo. Su rostro estaba triste. Su hijo menor, es decir yo, había sido reclutado. Me tomarían juramento a la mañana siguiente a las seis, mientras que él estaría en su máquina de cortar papel en la fábrica.
Mi padre había hablado de su rabia. No quería que «ellos» se llevaran a su hijo de sólo diecinueve años, que nunca había bebido o fumado un cigarrillo, a pelear en una guerra en Europa.
Puso sus manos en mis delgados hombros. -Ten cuidado, Jorge, y si alguna vez necesitas algo, escríbeme y me ocuparé de que lo consigas.
De pronto oímos el rugido del tren que se aproximaba. Me abrazó con fuerza y me besó suavemente en la mejilla. Con los ojos llenos de lágrimas murmuró: -Te quiero, hijo mío.
Entonces llegó el tren, las puertas lo encerraron dentro y desapareció en la noche.
Un mes mas tarde, a los cuarenta y seis años, mi padre murió. Tengo setenta y seis en el momento de sentarme a escribir esto.
Los recuerdos son la mayor herencia de un hombre, ya que a medida que pasan los años, se hacen más apreciados, ellos marcan nuestra vidas.
Sobreviví a cuatro invasiones en la Segunda Guerra Mundial. He tenido una vida llena de todo tipo de experiencias.
Pero el único recuerdo que permanece es el de aquella noche en que mi papá me dijo:
«Te quiero, hijo mío» .”
No hay duda que los lazos con nuestros padres, cuando son positivos y llenos de afecto pasan a ser parte de nuestro ser. Ser padres es una de las experiencias más transcendentes de la vida, sin embargo cuando llega este momento, tenemos más preguntas que respuestas al respecto.
En mi caso, no es gracioso lo poco preparado que estaba para ser papá. Debería haber una ley que impida a los hombres tener hijos si no reciben una instrucción básica sobre el asunto. Mi primer hijo llegó y lloré. A los seis años mi hija nació y lloré de nuevo y así lo hice con la tercera. Me emocionan sus presentaciones, graduaciones, se que sus bodas y en el nacimiento de sus hijos mi alma se quebrantará.
Las cuatro «C»
Hace unos años, un amigo compartió algo que lo puso todo en perspectiva. El dibujó un diagrama para mí y me dijo cómo funciona. Coloco cuatro palabras que se conectaban en un ciclo y estás son:
1. Cuidado
Comienzas nada más que cuidando a un niño. Come, duerme, llora, lo arrullas y hace cacas. Se queda donde lo pones así que no te preocupas demasiado por controlarlo o dirigirlo. Cuidarlo es lo que haces. Sólo mantenlo alejado de las cosas que se lo podrían comer… como el perro.
2. Control
Tan pronto como aprende a deambular…. moverse…. dar vuelta… gatear y luego a caminar, te mueves al modo de control. Tienes que controlarlo para protegerlo. Debes mantenerlo lejos de la calle. Impides que suba escaleras y estanterías. Controlas lo que pone en su boca y evitas que le de un beso francés a los tomacorrientes eléctricos.
Lo que puede que no observes es que a medida que el control se vuelve algo crucial, hay menos cuidado. En otras palabras, mientras más independientes se tornan, menos atiendes de ellos, ya van solos al baño. Antes de que te des cuenta, ya están lavándose, vistiéndose y alimentándose por sí mismos. Tu atención se vuelve más hacia lo económico y logístico, pagar por todas sus cosas y llevarlos a donde tienen que estar. Ellos comienzan a tomar sus propias decisiones. Tu dices «No» de vez en cuando, pero es por miedo y temor. Es más, muchas veces los padres por error usan el miedo como un recurso, dicen: «No te vayas por allí, hay un loco del otro lado».
3. Consejo
Te encuentras entrenándolos para la vida… dándoles consejos… señalándoles las mejores opciones. Aquí es donde las conversaciones se vuelven más serias y profundas, pero si en las etapas anteriores, no pasamos tiempo hablando y conectandonos, quizá en la pubertad se vuelva más difícil. Cuando llegan a la adolescencia, te das cuenta que sólo están influídos por sus amigos. Y esperas que hayan elegido buenos amigos y en el fondo deseas ser uno de ellos.
4. Compañerismo
Tu Comienzas a hacerte su amigo-compañero. -. Los amigos de la juventud, frecuentemente no te van a decir la verdad, incluso si eso te salvaría el pellejo. Los amigos te meterán en apuros, pero nunca estarán ahí para sacarte. Los amigos genuinos son diferentes. Ellos se aman y se respetan mutuamente. Los amigos son compañeros… salen juntos. Un ‘compañero’ es ‘el que acompaña a otro’. Los compañeros hacen vida en común.
Me encanta esta definición de diccionario de “compañero”…. «Uno que está estrechamente conectado con algo similar». Un padre y su hijo. Algo similar. Tan cierto. Ellos pueden ser compañeros, una madre y su hija, ellas pueden ser compañeras.
Luego viene el día en el que tu descendencia va a la universidad. Ahora tiene cero control… ni siquiera puedes ver sus exámenes médicos sin su permiso. Tu «cuidado» es totalmente financiero. No tienes control. Y tu consejo es ocasional, porque él es ahora esté por su cuenta. El compañerismo es lo que te mantiene conectado. Eso es todo.
Hasta que llega el día cuando la universidad, la carrera, el matrimonio, los hijos… ya fueron alcanzados. Terminaste.
Cuando el ciclo se completa
La lección aquí es reconocer dónde estás en el ciclo. Esta «plenamente presente» y emocionalmente comprometido en todas las etapas, a sabiendas de lo que viene después y lo que está desapareciendo. No trates de aferrarte por mucho tiempo. Pero tampoco te saltes los pasos.
Finalmente, llega el día en que, si hiciste las tres primeras «C» bueno, ellos regresarán y cuidaran de ti. El ciclo se ha completado.
Pregunta: ¿Estás plenamente presente para tus hijos? Si continúas por el camino en el que estas como padre, ¿Tus hijos regresarán y cuidaran de ti? La fractura de nuestra sociedad actual proviene del debilitamiento de las familias, este mundo hoy pide a gritos la presencia de un padre.
Las ciencias sociales como sociología y psicología ya han comprobado una y otra vez que problemas como delincuencia, prostitución, embarazo precoz, drogas, entre otros, presentan como uno de los principales factores la ausencia física y moral de la figura paterna. Una famosa canción de Franco de Vita dice. “no basta traerlos al mundo porque es obligatorio, porque son las bases del matrimonio o porque te equivocaste en la cuenta” la cual habla acerca de la importancia de aprovechar cada segundo con los hijos. Tu presencia en el hogar y el tiempo que dediques hoy a tu familia redundará en beneficios a tus hijos por el resto de sus vidas. ¿Qué esperas?, tus prioridades determinan que es lo que realmente te importa en la vida, demuéstrate a ti mismo que tus hijos son un prioridad y haz ese ajuste en tu agenda, recuerda que para ellos amor es igual a tiempo, dale a tu hijo hoy el mayor regalo: “Experimentar tiempo real en el Amor de su Padre”. Esfuerzate y Hazlo. Twitter:@reajose