Era posible sentir la tensión y la angustia de los familiares que se encontraban en los predios de la morgue del Hospital Central Antonio María Pineda, ayer en la mañana, esperanzados de poder ver a sus seres queridos otra vez.
En el caso de los parientes de Héctor Raúl González Lizardo (24), el sufrimiento era doble, pues el joven estaba internado en el pabellón Tamanaco del Centro Penitenciario de Centroccidente (Uribana), donde se le mantenía privado de libertad tras haber sido procesado por presuntos cargos de distribución de drogas.
Según fuentes oficiales, cerca de las 5:00 de la manaña del día de ayer, se desató un fuerte enfrentamiento entre reos en el interior del recinto carcelario, durante el cual Héctor González recibió varios impactos de bala que terminaron con su vida en el sitio.
Sin embargo, aún se desconocen los detalles exactos de cómo el joven hombre acabó en medio del pleito o si el ataque dirigido a su persona fue planificado.
El occiso solía vivir en la calle principal del barrio La Lucha, junto a varios de sus parientes, quienes optaron por no brindar ninguna declaración a los medios de comunicación presentes en el lugar.
Finalmente, tras una larga espera, a eso de las 10:15 de la mañana, arribó una unidad de traslado proveniente de Uribana para hacer entrega del cadáver al personal forense de la morgue.
Los parientes del infortunado presidiario se agolparon tras el vehículo estacionado justo a las puertas de la medicatura, y tan pronto como el chofer abrió la puertas del compartimiento trasero de la camioneta y haló la bandeja en la que yacía Héctor González, sin camisa y con rastros de sangre en su cuerpo, una de sus familiares se acercó, posó una mano sobre el pecho del occiso y gritó: “¡Mataron a mi hermanito! ¿Por qué? ¡Raúl, Raúl, no es justo!”, mientras estallaba en lágrimas junto a las otras mujeres de la familia presentes en la dramática escena, quienes trataron de consolarla como pudieron, a pesar de que ellas mismas pasaban por la terrible conmoción de aceptar la pérdida de un ser querido.
Una dama allegada a la familia del ultimado, quien también se encontraba en la morgue, señaló que quizás la madre del joven podría ofrecer información adicional a los medios, pero desafortadamente se hallaba tan afectada por el hecho que prefirió no ser entrevistada.
De esta manera, una vez más la violencia en las cárceles venezolana enluta a otra humilde familia larense, aun cuando el gobierno nacional afirma que se han hecho esfuerzos para aliviar la crisis que agobia a toda la red de centros penitenciarios del país.
Cabe destacar que Uribana figura como la cárcel más peligrosa de Venezuela, en donde muchos de los pleitos que con frecuencia ocurren dentro del penal, son aupados por los propios pranes, quienes mantienen el control de la mayoría de los centros carcelarios.
Fotos: Simón Alberto Orellana