Planteamientos
Para quienes siguen con mayor o menor interés la trayectoria de una institución tan importante en la vida de la ciudad, de la región y el país, en razón de los diferentes lazos circunstanciales o de raíz que hayan podido construir alrededor de ella, formadora de varias generaciones de profesionales, cuya presencia está sembrada como patrimonio cultural de los larenses, su historia y la pretensión de escribirla es una fuente inagotable de eventos. Sucesos conocidos unos, desconocidos otros, que en la proximidad de arribar a cincuenta años de creada, bien vale un recuerdo o una reflexión, que es como compartir con los demás una dosis de afecto y agradecimiento con los seres que queremos por lo que representan en nuestras vidas, en esas ocasiones especiales.
Contrariamente a lo que pudiera pensarse, las instituciones hablan. Están pobladas por las personas que cotidianamente van contribuyendo con sus acciones a reafirmar los cimientos que las harán perdurables en el tiempo. Los hechos están allí para ser narrados, ya sea recogidos en documentos oficiales, ya en testimonios, como pistas, indicios, puntos de agenda para una discusión o formalización de indagatorias posteriores con las cuales enriquecer la crítica y avanzar reorientando su rumbo, o recrearse en lo que pudo haber sido y no fue, que también es otra manera, resignada, de reencontrarse con ellas.
Nuestra Alma Mater, a lo largo de su trayectoria exhibe diferentes períodos que pueden ser acotados según la óptica y la significación que quiera asignársele. Es el caso del lapso (1986 – 1994), el cual consideramos que encierra una serie de hitos relevantes en la dinámica particular que despliegan sus actores por alcanzar uno de los objetivos institucionales clave: la autonomía, condición que le fue negada por razones del modelo universitario que impuso la dirigencia política del país, desde el gobierno, en la década de los sesenta.
Esa lucha encontró en el gremio profesoral uno de los puntales para el desarrollo de actividades y jornadas por la democratización, desde los inicios de la década de los ochenta. En la segunda mitad de esta década, en el país las demandas por la descentralización y la participación ciudadana para el fortalecimiento del sistema democrático en crisis, obligan, entre otras medidas, a la aprobación de leyes de transferencia de autoridad y competencia; reforma del poder municipal, y elección de gobernadores y alcaldes. La lectura de ese contexto servirá de base para la estrategia, ante la designación de las autoridades por parte del gobierno y el desconocimiento del derecho a elegirlas.
En diciembre de 1987, las Asociación de Profesores (APUCO), en ocasión de la Semana del Profesor Universitario, en un acto de extraordinaria sencillez, pero de honda repercusión institucional, proclamó al Dr Rafael Pizani, Rector Emérito de la UCLA. Para esa época, también promovió la elección de Vicerrectores y Secretario General, con similar orientación, resultando electos los profesores: Jonás Mendoza, Oswaldo Ruíz y José Luís Blanco.
La Asamblea de Profesores, máxima instancia del gremio, en junio de 1985, sirvió de escenario para definir el compromiso del Rector designado para ese entonces, sentando las bases para acometer un proceso progresivo que culminaría con la promulgación del Reglamento General de la UCLA por el Ejecutivo Nacional, (10 de Septiembre de 2002), en el cual se consagraba (Capítulo III), por primera vez para una universidad no autónoma, el derecho a elegir a sus autoridades, en forma nominal, directa, secreta y por mayoría simple. Incluyendo (Artículo 18), el derecho a la reelección, no previsto para las citadas universidades autónomas.
En ese interregno, entre tanto, se modificaba el Reglamento General de la UCO, de 1975, que consagraba al Rector como “la máxima autoridad académica y administrativa, asistido por los Vicerrectores y el Secretario General”; y al “Consejo Universitario como órgano asesor y de colaboración”, para establecer como máxima autoridad a este último. (Decreto Nº 836 del 18/ 09/ 1985).
El año 1990, con la anuencia de las autoridades ministeriales (Gustavo Roosen, Ministro de Educación; Francisco Castillo, Viceministro; y Alejandro Zahlout, Director de la OPSU; se elabora una normativa especial para la elección del Rector de la UCLA, proceso inédito en el cual es electo con la participación del claustro universitario, por primera vez en la UCLA, el Prof. Ricardo García de Longoria, cuya proclamación y juramentación estuvo a cargo de la Comisión Electoral, presidida por la Prof. Milagros Pereira.
El 17 de enero de 1994, en Sesión Nº 597, el Consejo Universitario dicta y aprueba el Reglamento que rige para la Elección de Autoridades Rectorales y Decanos en la UCLA, instrumento legal que posibilitará la elección de los profesores José Bethelmy y Francesco Leone, como rectores en los períodos subsiguientes.
