Un coche bomba explotó este martes durante un funeral en las afueras de Damasco causando 12 muertos, en momentos en que el ejército bombardeaba barrios de la capital y las ciudades de Alepo e Idleb para intentar acabar con la resistencia rebelde.
Frente al recrudecimiento de la violencia, el número de sirios que huye a países vecinos continúa aumentando y la comunidad internacional trata de buscar la manera de ayudarles, ante la falta de consenso sobre una solución al conflicto que desangra a Siria desde hace más de 17 meses.
En esta guerra, los combatientes no parecen dispuestos a ceder: el régimen de Bashar al Asad está decidido a terminar con los rebeldes calificados «de terroristas a sueldo del extranjero» y la oposición exige la marcha de Asad del poder.
Sobre el terreno, los civiles están atrapados entre dos fuegos
Según la televisión estatal, doce personas murieron y 48 resultaron heridas en un atentado con coche bomba durante unos funerales en Jaramana, en las afueras de Damasco (sudeste).
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) recalcó que se trataba de los funerales de dos partidarios del régimen y que los habitantes de Jaramana apoyaban mayoritariamente el poder.
El ejército, apoyado por tanques y helicópteros, bombardeó territorios situados al este de Damasco, donde permanecen las brigadas de élite del Ejército Sirio Libre ( rebeldes), según un comandante insurgente en Damasco.
Los barrios de Zamalka, Qabun, Jobar, Ain Tarma, Al Hjeira, en el este de la capital, también fueron objeto de un fuerte bombardeo.
En el otro gran frente sirio, el de la ciudad de Alepo (norte), continuaban los intensos bombardeos contra los barrios donde están los rebeldes, sumidos desde hace más de un mes en una batalla crucial por esta metrópoli comercial.
El martes, al menos 37 personas murieron en la violencia que afecta al país, entre ellas 22 civiles, 11 rebeldes y cuatro soldados, según un balance provisional de el OSDH, que no tiene en cuenta los 12 muertos del atentado.
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