Ésta fórmula a modo de título es sólo aplicable aquí en nuestro país. Cabe preguntarnos ¿para qué nos ha servido el petróleo?
Sin lugar a dudas muchos pensarán que gracias a él Venezuela ha podido alcanzar la infraestructura que hoy disponemos, eso es cierto, así como también es cierto que ha sido la mala administración de los frutos de su explotación que ha impedido que en el siglo XXI contásemos por ejemplo con un sistema nacional ferroviario de primer nivel, con autopistas modernas o el desarrollo autóctono de nuestra ciencia y tecnología que nos permítase transformar nuestras infinitas riquezas naturales para así abandonar definitivamente el subdesarrollo.
Ahora bien, como consecuencia de no producir nada y aún así contar con inmensa cantidad de recursos por la beneficencia del oro negro, Venezuela hoy es incapaz de autoabastecerse en absolutamente ningunos de los renglones vitales para una nación como lo son alimentación, ciencia, tecnología, entre otros.
Ciertamente lo que tenemos ha sido principalmente gracias al petróleo, pero les aseguro que hoy disfrutamos una cuarta parte de lo que pudiésemos tener si no poseyéramos la perezosa maldición del petróleo, porque Venezuela forzosamente hubiese tenido que desarrollarse integralmente, por ejemplo la desestimada empresa turística, el desarrollo tecnológico que nos permítase transformar el resto del potencial minero en productos de cuantía internacional, hubiésemos tenido que desarrollar la industria agrícola y no importar sus derivados como siempre se ha hecho, en fin, Venezuela hoy ostentaría un nivel de vida envidiable, les aseguro.
¿Qué se necesita? Se necesita que el venezolano comprenda que pisa una tierra bendecida por la naturaleza, que solo espera que podamos extraer de ella sus fortunas en función del incremento de nuestra calidad de vida. El desarrollo de nuestro turismo atraería más divisas que las que brinda el petróleo, las universidades deben contar irrestrictamente con el apoyo de los gobiernos y del sector privado, así incentivar las investigaciones y sus maravillosos frutos, promover la educación que es lo único que transforma a los pueblos. Seguir dependiendo del petróleo es condenarnos a la flojera, a la pobreza, al clientelismo. Quienes hoy continúan predicando que el petróleo es nuestra principal fortaleza no merecen siquiera ser candidatos a una junta de condominio. Entiéndase bien: las naciones únicamente prosperan de la mano de quienes siembran y cosechan la cultura al trabajo.