Hace 43 años, el 20 de julio de 1969, el astronauta estadounidense Neil Armstrong hizo realidad el sueño más antiguo de las civilizaciones humanas cuando se convirtió en el primer hombre en caminar sobre la luna.
Armstrong murió este domingo a los 82 años de edad por complicaciones tras una operación cardiovascular, según anunciaron sus familiares.
Mientras unos 500 millones de personas alrededor mundo esperaban ansiosamente aglomerados entre pantallas de televisión de imagen borrosa y radios, Armstrong desplegó la escalera del módulo sobre la superficie lunar.
«Éste es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad», recitó Armstrong con la voz levemente distorsionada por la distancia y los equipos de comunicaciones, en un frase que quedará grabada por siempre en los libros de historia.
Las agitadas multitudes ovacionaron el momento cuando Armstrong fue alcanzado por su compañero astronauta Buzz Aldrin, quien describió la «magnífica desolación» del paisaje lunar, nunca antes atestiguada en primer plano desde la Tierra.
Sólo 12 terrícolas han caminado por la superficie de la luna, el solitario y misterioso satélite de la Tierra que ha alimentado nuestros sueños desde que los primeros humanos caminaron sobre el planeta.
En plena Guerra Fría, el programa Apollo fue exitoso en probar el dominio estadounidense en la carrera espacial. Colocar una bandera de Estados Unidos en la superficie de la luna en 1969 anotó puntos muy importantes sobre la Unión Soviética.
El programa Apollo, que hizo posibles seis aterrizajes lunares exitosos entre 1969 y 1972, comenzó ocho años antes, en 1961, cuando el presidente John F. Kennedy (1961-1963) lanzó el desafío al Congreso de llevar al hombre a la luna en esa década.
«Creo que esta nación debería comprometerse a alcanzar la meta, antes de que termine esta década, de aterrizar al hombre en la luna y traerlo de vuelta a la Tierra sin peligro, dijo Kennedy.
La decisión de apuntar a la luna estaba por encima de cualquier decisión política, dijo John Logsdon, curador y experto del Museo Nacional de Aire y el Espacio, en ocasión del 40 aniversario del alunizaje en 2009.
La Unión Soviética fue la primera nación que puso un satélite en órbita en 1957, con el lanzamiento del Sputnik, y en 1961 Yuri Gagarin se convirtió en el primer hombre en viajar al espacio.
«La Unión Soviética definió al logro espacial como la medida de poder y atractivo de una sociedad moderna y el presidente Kennedy decidió que dejar un espectacular logro espacial sólo a la URSS no era del interés de Estados Unidos», dijo Logsdon a la AFP.
La carrera espacial se convirtió en el símbolo de la batalla de la Guerra Fría por el dominio entre ideologías enfrentadas y poderes mundiales polarizados.
En 1970, meses después de los aterrizajes lunares, el disidente soviético Andrei Sakharov escribió en una carta abierta al Kremlin que la capacidad de Estados Unidos de poner a un hombre en la luna probó la superioridad de una democracia.
«La NASA había estudiado una misión a la luna antes de la decisión de Kennedy y había concluido que no existían barreras tecnológicas importantes», dijo Logsdon.
«Sin embargo, la experiencia en construir los complejos sistemas requeridos para llevar a cabo la misión era escasa».
Gracias a la creciente prosperidad de Estados Unidos y a sus logros científicos y técnicos, ese país puso rápidamente en marcha el programa Apollo. Los costos de este programa se estimaban en 1969 en unos 25.000 millones de dólares, unos 115.000 millones al valor de hoy, o más de seis veces el presupuesto actual de la NASA.