Cuando hablamos de vocación de un poblado nos referimos a las actividades mas importantes a las que se dedica o puede dedicarse su población. La parroquia Agua Viva comenzó como un centro poblado por los cañeros y de servicios para las actividades del cultivo de la caña. Con la desaparición de la actividad agrícola sus habitantes se vieron obligados a buscar empleos urbanos en Cabudare y Barquisimeto.
La parroquia sigue mostrando el aire bucólico que siempre tuvo. A eso contribuyó el hecho de que en los años de la cuarta república, se realizó una extensa substitución de ranchos por viviendas construidas por Malariología. La gran mayoría de las casas de Agua Viva tienen ese origen. Estas viviendas eran de buena calidad y se entregaban con un amplio terreno donde hoy abundan arboles, algunos muy hermosos. Las dimensiones de esos terrenos también permitió resolver las necesidades de vivienda de las generaciones siguientes, construyéndose viviendas adicionales o ampliando y mejorando las originarias. Por eso sorprende oír cada tanto a algún neosocialista afirmar que la cuarta república no hizo nada por esta parroquia. Curiosamente, en materia de vivienda, la quinta república en Agua Viva básicamente solo ha estimulado las invasiones y la construcción de ranchos.
La parroquia ofrece pocas oportunidades de empleo a sus pobladores. Eso la convierte, de hecho, en una ciudad dormitorio cuyos residentes trabajan en Barquisimeto y Cabudare, pero esto no tiene que ser siempre así. Es evidente que la parroquia tiene vocación turística y artesanal tanto por ser la via de entrada al parque Terepaima como por la diversidad de artesanos que viven y trabajan en ella. Pero el parque está deteriorado como el resto de los parques del país y no tiene capacidad ni está acondicionado para recibir un número importante de visitantes. Y la actividad artesanal subsiste por la voluntad heroica de sus cultores. Una tarea urgente es habilitar el parque Terepaima y apoyar a los artesanos a mejorar sus niveles de vida dotándolos de mejores instalaciones productivas y sobre todo de un centro cultural y artesanal permanente. Esto hay que hacerlo con sumo cuidado, no vaya a repetirse el desastre de la Colonia Tovar, ahora desordenada, ruidosa y nada bucólica y el del centro de artesanía colombiana en Quíbor.
En Agua Viva hay otras opciones: se trata de aprovechar el hecho de que en su proximidad están las escuelas de Veterinaria y Agronomía y el núcleo de Cabudare de la U. Fermín Toro. Esto genera una demanda de servicios residenciales para estudiantes que no es aprovechada por el poblado por carecer de instalaciones adecuadas. Se trata de ofrecer habitaciones y los servicios asociados a los estudiantes: bibliotecas, lugares de estudio, cibercentros, centros recreativos, restaurantes, cafetines, lavanderías automáticas, etc. Quien conozca Mérida sabe a que me refiero.
Por supuesto, mucho debe hacerse para atender la población local: mejores servicios asistenciales, mas vigilancia, mejores servicios escolares -ya se necesita un liceo-. Todo esto acompañado de mejoras en vialidad, con aceras de buen ancho, con paradas apropiadas y sustituir la chatarra rodante que tenemos por transporte por vehículos adecuados, los vehículos son chatarra no por culpa de sus propietarios sino por falta de un programa gubernamental que los ayude a sustituir esos vehículos. También hay que proteger las áreas verdes y los arboles que existen, su principal recurso escenográfico y ambiental.
En Agua Viva está activo un proceso de creación espontanea de una calle del hambre a lo largo de la avenida Terepaima, ocupando y destruyendo las franjas verdes entre los bordes externos de las aceras y los límites de las parcelas, franjas que podrían ser intensamente arborizadas para beneficio del ambiente y del paisaje urbano, la destrucción de esas franjas está expresamente prohibida por las ordenanzas de protección de las aceras y las areas verdes públicas que ya llevan un tiempo aprobada.
La vía que lleva al parque Terepaima, frecuentemente transitada por ciclistas, podría ser parte de la red de ciclovias que conecte Agua Viva con Cabudare.
Agua Viva tiene varias instalaciones deportivas semidestruidas, así como plazas y placitas que claman por la atención tanto de los consejos comunales como de las autoridades municipales. Y ciertamente, Agua Viva no escapa al problema de la inseguridad, de la droga y de la delincuencia. También requiere de control de los ruidos provenientes de los clubes que hay bastantes y entre los mas ruidosos –sorpréndase- está precisamente el club de los profesores de la UCLA.
Es un misterio lo que el PDUL finalmente propondrá para Agua Viva, pero es de temer, a falta de prueba en contrario, que permita la construcción de edificaciones que por su diseño, tamaño, altura y densidad poblacional terminen por destruir el carácter que ahora tiene la parroquia.