Hay actividades humanas que nunca tienen reposo. Son una infinita continuación de sucesos que exigen presencia y atención permanentes. El gobierno del Estado, creado por los ciudadanos, es siempre un gigantesco protector y garante del bien más preciado: la vida.
Por eso los llamados “operativos” resultan una contradicción en una sociedad que posee un Estado y un gobierno que deben velar por sus razones básicas de existencia, como son la vida, la alimentación, la seguridad individual y colectiva, la salud, el trabajo, el estudio y la recreación.
Los gobiernos en las sociedades modernas y sanamente desarrolladas funcionan las 24 horas del día, los 7 días de la semana durante los 365 días del año. No hay reposo, no hay vacaciones, no hay suspensión del servicio, no existe alejamiento de la actividad.
Esto de los operativos, que comenzaron el pasado milenio del anterior siglo, son rezagos de una sociedad, un gobierno y un Estado envejecidos y dados a la vida fácil donde era un gran esfuerzo tener que brindar protección y seguridad a los ciudadanos.
Los operativos comenzaron por Semana Santa. Recuerdo que una vez hasta sacaron por la televisión una propaganda donde un médico salía en una morgue sosteniendo la puerta de acero, brillante, donde tienen congelados a los muertos, y después de afirmar “-No quiero verte por aquí”, cerraba de un golpe la puerta.
Esa propaganda para ese operativo ocasionó que subieran los accidentes, lesionados y muertos durante esa santa semana. Después vino el “Operativo vacaciones escolares” y con ello, le sumaron el “Operativo Navidad Segura”. Todos, absolutamente todos resultan un fracaso. Esto porque han malacostumbrado al ciudadano frente a la autoridad. Los ven más como unos intrusos y matraqueros, mientras estos últimos piensan que los ciudadanos somos todos unos potenciales transgresores y delincuentes. Por lo tanto, el trato entre ambos siempre es de recelo y de temor.
La actividad de los operativos semeja trabajo espasmódico, de fin de semana. Algo que se realiza como una especie de festividad. Mientras los sistemas de gobierno consolidados ejecutan políticas que se transforman en planes a mediano y largo plazo, que son realizados de manera diaria, cotidiana y sobre la marcha llevan a cabo posibles cambios, modificaciones, pero siempre son vistos por el ciudadano como algo constante.
La seguridad sociosanitaria, sea en los establecimientos hospitalarios como en la alimentación, sea en la seguridad pública, en calles, avenidas y carreteras en general, cuentan con la presencia constante del Estado.
Un gobierno que ejecute operativos debe vérsele como incapaz de superar el nivel mínimo de protección integral a los ciudadanos. Nunca en ninguna sociedad los ciudadanos han podido acceder a mejores niveles de vida a través de operativos. Y si estos se han ejecutado han sido por tiempos específicos: conflictos bélicos o catástrofes naturales.
La gran mayoría de los países africanos jamás podrán salir de la mendicidad en que se encuentran mientras sigan los operativos de las Naciones Unidas, fortaleciendo el sentimiento de mendicidad que le han introducido en la mente a los cientos de millones de africanos. Otro dramático ejemplo de mendicidad por los cientos de operativos es Haití. Su gobierno siempre ha sacado ventaja de las dádivas de otros países.
En nuestro país el gran mecenas de la caridad es el gobierno gracias a la casi infinita capacidad de recursos que obtiene del petróleo. Es un gobierno, como los anteriores, que se fortalece gracias al mantenimiento de la caridad en los múltiples operativos que ha inventado. Ahora se les llama misiones. Se han modernizado, creando espacios para ello, pero el origen, su propósito y su fin último siguen siendo el mismo: crear una sensación de bienestar y seguridad en la ciudadanía. Hacer creer que el Estado es presencia diaria y constante en la vida. Pero los ciudadanos no tienen futuro porque viven a medias en un presente que les impide ver más allá del almuerzo de mediodía mientras viven la incertidumbre de una inseguridad, sea del hampa común que del mismo Estado, corrupto y corruptor. Véase a países como Corea del Norte o Cuba.
Mientras los ciudadanos sigamos creyendo en operativos-misiones seguiremos en la búsqueda de un Padre-Estado que nos vigile, nos castigue y nos mantenga con un mendrugo de pan para no fallecer.