Faltan menos de dos meses para el 7-O, donde el país se hallará en un momento crucial, entre el renacer como el ave fénix ó definitivamente el morir de la democracia. En estas elecciones hay dos candidatos presidenciales polarizados: el postulante militar que busca la dependencia total de un pueblo hacia su persona, tratando de imponer «el Frankenstein del Socialismo Siglo XXI», contraviniendo el ideario de El Libertador que demandaba la independencia de las naciones, y en la oposición, al otro candidato que promete un cambio hacia el progreso del país. Ante esta realidad no hay lugar para la indecisión; nuestro compromiso es salir a votar, pero masivamente con entusiasmo y coraje.
Al candidato castrense lo podemos vencer porque tiene «pies de barro», incluso con todo el abuso de poder que en forma grotesca utiliza, ya que las rectoras del CNE no se atreven a ser árbitros imparciales como las obliga la Constitución. Posee «pies de barro» porque desde hace tiempo perdió el amor del pueblo. Hoy se evidencia una «separación» y en sus actos públicos sólo existe «un matrimonio obligado».
En cambio, el candidato Capriles continúa con el recorrido por todo el país y tiene una gran opción de victoria; sólo que las condiciones electorales no permiten hablar de elecciones libres y justas. Sin
embargo, hoy existen más fuerzas opositoras que en las elecciones presidenciales del 2006, porque hay de este lado gobernaciones y alcaldías que antes estaban en manos del oficialismo; además estudiantes y nuevos contingentes sociales para promover el voto a escala nunca vista y garantizar el cuidado de los mismos.
En este momento, Venezuela cuenta para este proyecto democrático con el único poder autónomo que existe en el país: el poder del elector. Y con esa fuerza del voto y la convocatoria a una Unidad Suprema, que
Capriles debe nuclear integrando todas las voluntades -religiones, trabajadores, empresarios, academias, colegios profesionales, artistas, gente del campo e incluso la masa chavista descontenta- formar una legión social con características invencibles y así combatir las adversidades electorales.
Afirmo que para este proyecto democrático y constitucional el venezolano puede confiar en la mayoría de los oficiales y soldados de los diversos componentes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, quienes se sienten lesionados por las arbitrariedades del Comandante en Jefe e inconstitucional candidato militar, que entrega a manos extrañas la soberanía y las riquezas del país.
Invitamos a quienes sientan la necesidad de la Unidad Suprema para la defensa y la victoria de las elecciones, al acto del sábado 25 en el Colegio de Ingenieros, a partir de la diez de la mañana. ¡Unidad Suprema y coraje para despejar el camino!
#Opinión: El poder del votante Por: Pablo Medina
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