Demacrado, empapado en sudor y con rasguños en su cara y brazos, el candidato unitario de la oposición, Henrique Capriles, termina el primero de los seis maratónicos recorridos que tiene pautados en una zona del centro sur de Venezuela.
Todos en un solo día.
Mientras se seca con una toalla el sudor del rostro y el cuerpo, el joven aspirante resalta que el ritmo de su campaña es «brutal» y asegura que nunca en la historia del país un candidato recorrió pueblo a pueblo toda la geografía nacional.
«Ni en los buenos tiempos de (el presidente, Hugo) Chávez», afirmó el carismático gobernador de 40 años que busca consumar la titánica tarea de derrotar al casi invencible militar retirado en los comicios del 7 de octubre.
En 14 años de Gobierno de Chávez, el destino de los candidatos de la oposición ha sido recorrer el país petrolero en un intento por contrarrestar el creciente poder mediático del locuaz mandatario, pero muchos reconocen que ninguno penetró el territorio tan profundamente.
Cual corredor de maratón, Capriles toma agua a tragos cortos mientras rápidamente se asea el cuerpo con unos paños húmedos y comenta que está siendo tratado con antibióticos debido a una fiebre que le duró dos días.
Su delgadez extrema, que contrasta con el cuerpo que solía exhibir cuando practicaba baloncesto -su deporte preferido- deja en evidencia los estragos que ha causado la campaña. No por casualidad en muchos pueblos prefieren llamarlo «el flaquito» y en otros le invitan con picardía a comer.
«Mira las fotos. Es impresionante. Ve una foto mía hace cinco meses y ve la foto mía ahorita», señaló a bordo de un modesto bus blanco que lo transporta a los pueblos donde intenta demostrar que la oposición está dispuesta a cobijar a las clases bajas.
«El desgaste en la cara impresiona mucho», remató.
Gorra en escrutinio
Una ventana del bus se ve manchada por un huevo reventado, en una muestra del descontento de sus rivales políticos por su visita al pueblo de Güigüe, en el estado Carabobo.
En su recorrido, el candidato se topa además con tarimas de partidarios de Chávez, equipos de sonido a todo volumen con canciones de la campaña del oficialismo y algunos gritos de gente que apoya al «comandante presidente».
Mientras sus asesores, aliados políticos y colaboradores atienden teléfonos, se secan el sudor o tratan de recomponer su ropa, Capriles abre una enorme maleta negra en la que tiene sus características camisas deportivas ordenadas en bolsas individuales.
Escoge al azar una blanca y se viste, luego toma una gorra con los colores de la bandera venezolana, arranca la etiqueta, se la pone y recién se acomoda en la última fila del bus.
El uso de la gorra se ha convertido en un símbolo de la campaña del político.
A inicios de mes, el Consejo Nacional Electoral (CNE) dijo que analiza una pieza publicitaria donde Capriles aparece con esa prenda de vestir, pese a que el organismo ya había hecho dos exhortos por el uso de indumentaria con los símbolos patrios, la misma que en otras oportunidades ha lucido el propio Chávez.
«Yo uso esta gorra hace cuatro años. Nunca me habían dicho nada», argumentó.
También contó que desde que el CNE habló del tema, más bien se venden como pan caliente. «Supe que vendieron una autografiada en 500 bolívares», relató.
Capriles no se ha conformado con caminar por las grandes ciudades, que aglutinan a la mayoría de los votantes. Ha optado por una agotadora campaña que lo lleva a los más recónditos pueblos de Venezuela, muchos de ellos bastiones del chavismo, buscando seducir a personas desencantadas.
El bus vs. el camión
El frenético dinamismo de Capriles contrasta con la campaña de su rival, que tras someterse a quimio y radioterapia desde el año pasado ha tenido que disminuir su desenfrenado ritmo de trabajo y apoyarse en los medios masivos y en las redes sociales para propagar su mensaje electoral.
Un camión rojo casi acorazado y acondicionado para recorrer las calles que antes había caminado en medio de abrazos y vítores mantienen a Chávez protegido de la multitud.
El presidente de 58 años ha lucido en buena forma física y en sus apariciones bromea, canta y hasta baila durante horas, lo que ha borrado el tema de su salud del debate político diario en los últimos meses. Pero tras tres cirugías y la reaparición de una lesión cancerosa en febrero, persisten las dudas.
Ya un poco más compuesto y reposado, Capriles resumió: «He recorrido más pueblos desde el primero de julio (inicio de campaña) hasta la fecha de los que ha recorrido el candidato del Gobierno probablemente n 10 años».
Las encuestadoras, divididas en cuanto a la magnitud de la ventaja que lleva Chávez aunque coincidentes en que es el líder de la carrera, aún creen que en la calle están los votos.
Capriles ha ido ganando terreno en los sondeos y analistas lo han atribuido a que ha atraído a indecisos, pero no ha hecho mella del voto duro por Chávez, quien sigue fuerte a la cabeza.
El abogado soltero de familia pudiente, que comenzó una fulgurante carrera política a los 26 años, desestima la ventaja de dos dígitos que dan a su rival los principales sondeos y confía en que nunca ha perdido una elección. «Podemos tener una victoria contundente», afirmó a Reuters en una entrevista.
«Esto ha sido un huracán», señaló Capriles antes de perderse en medio del griterío de cientos de admiradoras que se abalanzan sobre él para robarle un saludo, una foto y hasta un beso.
Foto: Reuters