«Y sobre todo, ten fe en la libertad,
sin la cual no hay derecho,
ni justicia, ni paz.» (E. Couture)
Hace poco, hice la última evaluación a los estudiantes rezagados. En la Universidad para la cual colaboro como docente, se denominan así, aquellos alumnos que habiendo faltado por motivos excusables a una de las pruebas en uno de los tres lapsos -o cortes- de estudio que incluye el pensum previsto para un año en determinada materia; se les concede una segunda oportunidad para que recuperen la nota de alguna de las evaluaciones no presentadas. En mi caso, una de las materias que imparto es el derecho mercantil II, es decir una materia para cerrar el ciclo de cinco años que les permitirá a ese estudiante coronar sus estudios, después de la cual, vendrá la etapa de discusión de la Tesis de Grado y una vez aprobada ésta, habrá cumplido ese alumno con todos los requisitos para obtener el título de Abogado. Durante el quehacer diario de la docencia y el trato con el alumnado, suelo conversar con sus integrantes, entre otros tópicos, para determinar la razón por la cual estudian derecho, e inquirir también hacia cual materia orientan su preferencia. No todos – aún cuándo son la gran mayoría- aspiran forjarse la carrera para hacer de ella su medio de subsistencia económico, sino que hay cursantes ya titulados a nivel universitario en otras disciplinas del saber, que por variados motivos abrazan esta carrera, v.gr: complemento cultural, inicio en otra actividad, y hasta por vanidad personal, o el logro de algo que siempre habían ambicionado. Afortunadamente, la libertad de estudios aún no nos ha sido conculcada por el Estado y la educación universitaria es por tanto, de libre elección de los venezolanos.
La culminación de cada año universitario implica una nueva promoción de Abogados que habrá de incursionar en un competitivo y feroz campo laboral, cada vez más reducido en el ámbito del ejercicio liberal de la profesión de Abogado propiamente dicho, pero que dada a la versatilidad de la profesión y en consideración de que todas las actividades de la vida humana están regidas por leyes, los noveles abogados apelando a sus conocimientos de la ciencia jurídica y a la instrucción recibida en materias relacionadas con el derecho, que conforman los penso de estudio en las distintas universidades, podrán calificar para el desempeño de otros cargos tanto en la administración pública como en la privada. Aún así, cada vez que una nueva promoción de Abogados egresa, muchos de cuyos integrantes han sido mis discípulos, me queda golpeteando en el alma, una honda preocupación, un inexplicable temor por el destino que les aguarda, por la dura tarea que les espera de retar la injusticia y vencerla mediante la aplicación de las leyes, en un país donde el Estado de Derecho está en fase de quiebre. En un Estado donde uno de los poderes, impulsado por el ansia de perpetuidad salta sobre la normativa constitucional para someter a su rígida voluntad, los restantes poderes, arrogándose la facultad de legislar, la de escoger los jueces y hasta la de mediatizar la autoridad del Poder Electoral quien en un verdadero sistema democrático, debe ser incondicional garante de la imparcialidad en los procesos eleccionarios, que como el de Octubre próximo, habrá de resolver la disyuntiva entre democracia y tiranía, entre libertad y sometimiento, entre un libre pensar y expresar; o un pensar ahogado por el temor o marcado por un forzado silencio cómplice. Tengo fe, sin embargo, en que muchos de esos abogados serán adalides de la democracia y sabrán blandir sus enhiestas lanzas hechas de verbo y escritura, para combatir con valor, entusiasmo, entereza e ingenio, la embrionaria tiranía .
El connotado procesalista uruguayo Eduardo Couture, (1904-1956) legó para los abogados, Diez Mandamientos, producto de su imaginación. Todos ellos conllevan una carga de sabiduría y justicia. Por razones de espacio, me remito a dos de ellos, como recomendación a esos nuevos abogados: Piensa, el derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando. Procura la Justicia, tu deber es luchar por el derecho, pero el día que encuentres el derecho en conflicto con la justicia, lucha por la justicia. Valgan como cierre , las palabras de Roque Barcia, filósofo, lexicógrafo y político español, quien expresara: El Abogado debe ser probo, diligente y entusiasta, el letrado, estudioso; el jurisconsulto, prudente, el jurista erudito. Hay muchos abogados, no hay tantos letrados, hay pocos jurisconsultos, es muy raro encontrar un jurista.