Por la puerta del sol
Es tener el coraje de decir lo que pensamos y sentimos, es la aventura fascinante que empezamos un día y con el tiempo se va haciendo interminable, es convertir las ideas en palabras escritas, ejercitar constantemente el pensamiento y la expresión, es poder despertar en el lector sentimientos, llantos, sonrisas y alegrías, es comunicarse, compartir, desatar nudos gordianos, es unirse, crear inéditos, es darlo todo sin esperar nada, es el más bello de los goces al que nos sometemos con alma, corazón y vida. Escribir es convertir la pluma en pétalo, perfume, flecha, machete o espada, es ser un torrente desatado o un remanso bajo plácidas frondas, es defender a toda costa la libertad, asegurar un pedacito de cielo en el recuerdo, alimentar la idea en el génesis de la humanidad, hacer de la piel geografía, enriquecer la expresión de lo vernáculo, es añadir un punto de luz a nuestro cielo, poder viajar libre en los adentros de uno mismo, es satisfacer un sueño que no hiera ni dañe, organizar un gajo de fragantes nostalgias y deslizarlo suavemente sobre las sinfonías del alma, es avanzar sin miedo al enigma del mundo y de uno mismo; por último es ir más allá del sueño, manteniendo activo el ritual de la palabra.
Cada escritor refleja el viaje de su paso por la vida. Incursiona en los campos de la historia, aconteceres, leyendas, anécdotas y hechos destacados que han pasado a través de las generaciones y permanecen como valiosos testimonios en los libros, bibliotecas y periódicos. Solo el escritor conoce el arte de almacenar y perpetuar episodios y circunstancias que conforman la grande y pequeña historia. El avance de la humanidad está en quienes escriben y en quienes leen. Venezuela tiene valiosas obras de sus hijos, libros de pensadores, educadores, historiadores, crónicas, novelas y poemarios que los hubo buenos y los hay ahora, de inspiración prolífica y rica narrativa. Los escritos de ayer y los que vendrán son siempre obligada lectura para los que tenemos la dicha de compartir las fecundas reminiscencias, amables evocaciones y fe puesta sobre todo en este cielo anunciador de cambios, de próspero y tranquilo porvenir.
El genio literario del Padre de la patria floreció gracias a su intuición poderosa, su exuberante ilusión, su temperamento ardoroso, la riqueza de su verbo e incansable actividad, cualidades que dieron sello y especial estilo a toda la obra que realizó no solo en los campos de batalla por la libertad de los pueblos, sino en la batalla que diseñó con su pluma poética en todos sus escritos. Fue poeta, orador y crítico. Si Bolívar se hubiera dedicado solo a las letras, hubiera ganado las más bellas batallas libradas con Píndaro (portador del más elevado lenguaje en sus poemas) o con Ossian (recordado en las leyendas como el más grande poeta). Nada es más grato que evocar aquellas callejuelas de ayer, los tiempos de la cruz, de la espada, de la gloria y del humano farolito. “Quien siembra en el espíritu planta un árbol a larga fecha” (Nietzsche)
Lo que el escritor hace es su fuerza, su mensaje, su consigna, es historia y lo hace eterno. Es esta la prueba de la subsistencia de un pensamiento, de una emoción, un sentimiento o simplemente el efecto de un momento de tedio. Una vez se da rienda suelta a la imaginación, surge lo posible, se crea, florecen los ensayos, se forjan bocetos al sendero, se amplía la libertad, se multiplica la destreza.
La riqueza mejor ganada es la de ser dueño de los propios logros. Un libro, un cuento o un poema son capaces de estrujar el corazón, de entretener y subyugar. La imaginación no se detiene, la inspiración brota, sabe pesar destellos sobre el viento, abrir caminos de esperanza, calcular el tiempo de una rosa en el desierto. Para escribir solo se necesita experiencia, observación y mucha voluntad. La idea llega, se mete por los poros, se instala en el alma; el resto es recorrido, trabajo, conquista.
Escribo tal cual soy, tal cual pienso y siento, tal cual observo y me fascino, creo en Dios, me importa el mundo, la vida me entusiasma, soy mi propia referencia, sea poco o sea mucho todo lo llevo conmigo en el morral de mis sueños, tengo el honor de parecerme a mí misma y la humildad de reconocer que sigo arando con mis viejos bueyes al fin y al cabo los únicos que tengo y siempre me han acompañado. [email protected]
