El ojo del escorpión
Los últimos acontecimientos electorales tienen mortificado al régimen. Un fenómeno político llamado Henrique Capriles Radonski, se ha transformado en un verdadero tsunami que viene sumando voluntades con una fortaleza que hace que cualquiera de sus actividades de calle sean acontecimientos multitudinarios. En apenas una semana ha recorrido quince estados que se desbordan detrás de un joven que avanza llevando entre sus hombros la esperanza de millones de venezolanos, cansados de esta administración nefasta que encarna Hugo Chávez. Su rival, estancado, convertido en un individuo que tiene que hacer tremendos esfuerzos para poder realizar algún acto en el mismo palacio. Paradójicamente, quien se cree dueño de todos es un prisionero condenado por su propia ambición. Sin olvidar que se nota la secuelas de un mensaje gastado, aburrido y fastidioso; que no entusiasta ni a sus más consagrados adulantes.
El fervor por Capriles es la antítesis del drama que se vive en las huestes oficialistas. Son como gigantescos ríos humanos que se mueven. La ilusión nacional entiende que Henrique Capriles representa un salto hacia la modernidad y el progreso. Es dejar atrás el odio que vino para secuestrar los sueños de los venezolanos. Son catorce años escuchando los mismos cuentos y padeciendo el flagelo de sentir como te roban tus ilusiones y asesinan la esperanza. La realidad venezolana está llena de mucho dolor, ese sufrimiento tiene su origen en el obligado martirio de vivir bajo el rigor de estos bribones. Son como un cáncer que va liquidando órganos sanos hasta llenarlos de su terrible influencia, este gobierno asumió el rol de cercenar las posibilidades ciudadanas. Con total desenfado hizo del poder y sus recursos un mecanismo para buscar perpetuarse en el solio de Miraflores.
Miraron con desdén todo lo que ocurría en la Venezuela profunda, creyeron que ellos mantenían un férreo control que hacía imposible el surgimiento de una opción distinta a la que encarna Hugo Chávez. Sin embargo, una articulada unidad de diferentes sectores de la vida pública nacional hizo posible cristalizar el sueño. Le elección del candidato opositor en un proceso hermoso en donde participaron más de tres millones de venezolanos, fue el preámbulo de esta gesta histórica que terminará con una victoria sin precedentes.
Cada actividad del abanderado de la unidad democrática hace que las noches de Miraflores sean un funeral. Un amigo que trabaja en palacio me confió que los actos de Valencia y Barquisimeto hicieron que se multiplicaran las llamadas y los regaños. Me contaron que los alcaldes de ambas ciudades fueron azotados verbalmente por Elías Jaua, debido a que no pudieron sabotear esas actividades. Cuentan que el presidente se acostó molesto, diciendo que a muchos de sus funcionarios son demasiado condescendientes con los factores que apoyan al líder del progreso.
Lo de Henrique Capriles es imparable. Seguirá el Bolívar ese, acostándose con una rabia que no le cabe en el cuerpo. Presidente: serénese, en su terrible estado como paciente oncológico debe mantener la calma. Respire profundo y tómese una manzanilla con jengibre y gotas de valeriana. Eso le relajará un poco y le hará dormir. Lo que si no podemos garantizarle es que cambie el escenario político.
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