Sin tregua
Cuando un grupo político que está en el poder –caso Psuv – se dedica a tratar de meter miedo a los electores acerca de su rival es porque ellos mismos sienten muy de cerca el miedo a perder el poder. No hay otra. Si estuvieran “sobrados”, si se sintieran imbatibles, el énfasis de su campaña estaría en destacar la “obra de gobierno” ejecutada en 14 años – disponiendo cien veces de recursos que los gobiernos anteriores – y apenas rozarían “al flaquito”. Meter miedo sobre el rival implica que sientes que su fuerza amenaza tu control del poder. Cuando se colocan no solo a la defensiva, sino tratando de crear temor al cambio es porque han descubierto que la fuerza del cambio está creciendo y ya los sobrepasa.
El mensaje transmitido por Henrique Capriles la noche del domingo pasado a través de la TV, dirigido a los empleados públicos fue tan claro y contundente en su contenido, que puso a Diosdado Cabello, representante de la “derecha endógena y empresario”, vocero del Psuv en su rueda de prensa de los lunes a atacarlo, tratando de sembrar miedo. Eso probó cuanto impacto tuvo el mensaje. Si no hubiera calado, lo habrían ignorado o apenas mencionado.
¿Y qué dijo Capriles? En resumen, lo siguiente: Hay que respetarle al empleado público su forma de pensar. Valorar su función pues lo importante es que esté al servicio de la gente y no del partido de gobierno. Trabajar unidos con el objetivo de mejorar los servicios para nuestros ciudadanos. Todo país fuerte y desarrollado, tiene funcionarios comprometidos con la calidad de vida de su pueblo. No les pediré lealtades personales ni se exigirá que se pongan la camisa de ningún color político. Tampoco se obligará a nadie a ir a actos políticos o marchas. No habrá persecución contra nadie. Todos disfrutarán de un plan de carrera para sus funciones. Se pondrán al día los contratos colectivos que este gobierno decidió congelar y se pagarán los pasivos laborales. Que así se comportó como gobernador de Miranda, y así se hará en toda Venezuela. Eso dijo.
La cúpula roja rojita, la que disfruta de privilegios y prebendas le tiene mucho miedo al discurso del cambio, del progreso, de la inclusión, del respeto en el que insiste una y otra vez Capriles. Por eso el presidente saliente le dedica la mitad de sus discursos. No hace más que hablar de Capriles. Lo insulta. Lo agrede. Lo ofende. Trata, pues, de anularlo por la vía de la descalificación. Aburre el presidente saliente con esa cantaleta. Pero nos está confesando que sabe cuán hondo es el deseo de cambio en bastante más de la mitad de nuestros compatriotas votantes. Primero trató de ofenderlo llamándolo judío. ¡Salió racista “el Bolívar este”! Ahora es al revés: lo llama nazi. Y, dígame usted, estimado lector, ¿Se puede ser judío y nazi al mismo tiempo? En realidad Capriles es católico, así lo ha dicho, pero que respeta las diferentes religiones, también lo ha dicho. Tuvo bisabuelos judíos que murieron en los campos de exterminio de los nazis. La abuela materna sobrevivió. Una dolorosa historia familiar que el “corazón” del presidente saliente no respeta. Historia parecida, por cierto, a la de la presidenta de Brasil Dilma Rousseff, nieta de judíos búlgaros, víctima de los nazis.
El presidente saliente pierde los estribos contra los militantes del Psuv que no se calan los candidatos militares impuestos. Los regaña: “Yo he dicho que el candidato es Ameliach y será Ameliach” grita al borde de un ataque de historia, digo, de histeria; ante el reclamo de las bases Psuvistas de Carabobo. Aquí, en Lara, impuso a su compadre Reyes Reyes, de quien dicen sus propios camaradas que tiene las propiedades del agua: incoloro, inodoro e insípido. “Lo único que importa es Chávez”, grita Chávez como un poseso, una y otra vez. Culpa a los psuvista mirandinos, zulianos y tachirenses por las derrotas porque en su infinita arrogancia y soberbia no es capaz de tener la humildad de admitir que la causa principal e su mal gobierno y sus atropellos contra esos pueblos. Igual hace con Capriles. Apela a tratar de sembrar el miedo: “Les va a quitar las misiones”. En realidad, la mitad de las misiones ya no funcionan o están en semi abandono. Para él eran solo un anzuelo electorero. Pero Capriles ha anunciado que las institucionalizará para que nadie más las use en su provecho político personal.
Hay otro miedo que se esfuerzan en sembrar. Mienten diciendo que el voto no es secreto. Que van a despedir o van a quitarle algún beneficio a los que no voten por ellos. Eso, además de indigno, es falso. Es humillante pero es mentira. Veamos: Eso mismo dijeron en las campañas de las parlamentarias y en las regionales. Ahora bien, 5 millones y medio de compatriotas votaron por la Unidad y a nadie pudieron despedir por esa causa. Nunca supieron por quién votaron los empleados públicos. ¿Se acuerdan que para las primarias dijeron lo mismo? Tampoco pudieron hacer nada.
El voto si es secreto. Esos cuentos del satélite chino que nos vigila o del cable de fibra óptica hacia Cuba… son tan “serios” como el del “rayo cancerígeno del imperio”, “la iguana que nos corta el fluido eléctrico”. Ridiculeces. Además, y por si fuera poco con todo lo anterior, van a perder el poder el 7 – O y no podrán tomar represalias contra nadie. No hay nada a lo cual tener más miedo que no sea a tener que vivir con miedo para siempre. Algo bueno está pasando…
