Muy pocos gobiernos latinoamericanos le dan la importancia que se merece al Poder Judicial de una nación, desconsideradamente y sin respetar las normas que se establecen para la buena administración de justicia, se impone un Poder Judicial caprichoso y sin fundamentos, donde los políticos puedan vivir sin temores.
La pretensión de dominar todos los poderes del Estado, el Comandante, hizo realidad sus sueños gracias a la torpeza política de civiles y militares, que creyeron utilizar las instituciones y procedimientos democráticamente, y poder cambiar el destino de lo que se pretendía; en el 2002, un vació de poder provocado, se da el zarpazo y todos los poderes del Estado quedan bajo la hegemonía e interés del Comandante “Padre de la Patria”, incluyendo el Poder Judicial, y de ahí, los tribunales de justicia ya venían distinguiendo, entre amigos y enemigos no como contra parte en el proceso, sino de la revolución, claro sin olvidar que si el amigo va aliñado, la decisión es mas contundente. Con ello descartaban la distinción entre la justicia ciega y la que ve y decide objetivamente, no olvidara la historia el hecho bochornoso cuando en el Supremo Tribunal los miembros expresaron su simpatía histérica sin ningún rubor.
Vemos con frecuencia sentencias sesgadas en todas las instancias para complacer a los amigos de la revolución o sus colaboradores, al extremo de que algunos funcionarios ya no quieren la moneda del norte sino la europea, que según ellos no se le puede hacer seguimiento, por ahora.
En el asalto al Poder Judicial en 1999, un grupo de “abogados” apoyados por el alto gobierno, propino el primer golpe contra la estabilidad y tradición del Poder Judicial, que tenia sus defectos en la preparación y designación de funcionarios, así como la función judicial, que bastante criticamos en su momento, pero que podían ser corregidas por procedimientos y normas establecidas en organismos internacionales y en forma académica y democrática, pero no, había que demostrar prepotencia, fuerza y mando, claros signos de torpeza, resentimiento y debilidad.
El asunto del asalto al Poder Judicial no quedo reducido a los Tribunales de todas las instancias, también el Ministerio Publico recibió el impacto de la “transformación” de la “estructura” del Estado, con la gravedad que algunos en ves de tener hojas de vida para ser incorporados a la dependencia publica, poseían prontuarios, sin embargo fueron incorporados a pesar de sus antecedentes, y vemos como actúan, los funcionarios del Ministerio Publico, incompetentes como nadie y solo se conducen según el lineamiento político de la cabeza de la institución.
Registro y Notarias no escaparon a la razia “revolucionaria”, y se empotraron en cualquier puesto resentidos, incapaces, desconocedores no solo de las normas que rigen las funciones de estas dependencias, sino normas de educación y cultura, desde el cargo de revisor de documento hasta notarios y/o registradores, si contamos las observaciones que hacen a la documentación que se les presenta, pasaríamos todo un mes escribiendo de lo mismo, cada ves que cambian al Ministro de Interiores y Justicia, aparece la corredera de costumbre, una inestabilidad total y para agravar la situación ahora son los cubanos los que establecen las normas de funcionamiento de estas dependencias. Por todo ello hay que declarar en estado de emergencia al Poder Judicial.
@rabayma