Las últimas cifras dadas a conocer por el alto gobierno, en torno a la declinación de la inflación, lejos de hacer sentir a la población que estamos en camino de resolver uno de los problemas más álgidos que, en forma errática ha venido manejando la actual administración, lo que perciben cuando les toca hacer mercado el quince o el último, es que los numeritos del Banco Central de Venezuela no se compadecen con la realidad.
Incluso, con la aplicación de la Ley de Costos y Precios Justos, donde se incluyen los productos de limpieza y aseo del hogar, muchos de los cuales, según los voceros de Sundecop, “bajaron de precio”, existen ejemplos comprobables de familias que al adquirir estos rubros para ser utilizados durante el mes, sus gastos pasaron de 650 bolívares a 1.120 bolívares, lo refleja un aumento superior al 46%.
La reacción de las amas de casa, al escuchar las exposiciones de los voceros oficiales, anunciando que la inflación en el mes de julio bajó a 1%, fue de estupor e incredulidad y muchas llegaron a la conclusión de que evidentemente, estos funcionarios no hacen mercado, o están comprando exclusivamente en Mercal o en Pdvsa, redes de comercialización del Estado, donde los productos, cuando se logran encontrar en los anaqueles, son vendidos con precios subsidiados, lo que no refleja la verdadera realidad de la economía.
No encontraron qué responder cuando los periodistas quisieron conocer si esta caída en la tendencia inflacionaria, era producto de los controles de precios que se han venido a través de la Sundecop, de las persecuciones del Indepabis a través de los consejos comunales, porque no pueden argumentar que se han registrado incrementos significativos en la producción nacional, por el contrario el sector primario está contra la pared, se quejan de no obtener el financiamiento, tampoco Agropatria les suministra los insumos y agroquímicos que requieren para aumentar la producción, la urea no se consigue y si alguien la tiene en su negocio la vende a precio de oro, porque está consciente del desabastecimiento.
Los productores de café que habían anunciado una cosecha de 1 millón 280 mil quintales, ante esta triste realidad de no tener dinero ni insumos, han advertido que es probable que la cosecha se reduzca a unos 800 mil quintales, lo que obligará al Ejecutivo a tener que traer desde el exterior, alrededor de 1 millón de quintales para dar respuesta al consumo interno.
El sector manufacturero por su parte, sigue atravesando por dificultades, no solo por la reducción en el suministro de las divisas en más de un 35%, sino por las demoras en la aprobación y liquidación de las mismas en forma suficiente y oportuna, retardo que en algunos casos supera los 120 y los 160 días, a lo que hay que sumar la escasez de materias primas e insumos que producen las empresas básicas, que en estos momentos están atendiendo, de manera prioritaria, los programas oficiales, dejando a la empresa privada, especialmente la de los alimentos, a la buena de Dios.
Entonces, ¿cómo es que pretenden hacernos creer que se está reduciendo la inflación, cuando se estima que cerraremos el año por debajo del 20%? ¿No seguirá siendo la inflación más alta de Latinoamérica y una de las más elevadas del mundo?
Las explicaciones del INE determinan que este año los trabajadores venezolanos, con el ajuste previsto para septiembre, van a percibir ingresos superiores a la inflación prevista y podrán adquirir la canasta alimentaria normativa, que en estos momentos se acerca a los 1.800 bolívares; sin embargo, las cifras del Cenda, que son poco maquilladas, ubican la canasta de alimento por cerca de los 3.800 bolívares y la canasta básica cerca de los 8.000 bolívares.
Crear una falsa ilusión
Por supuesto, durante la conferencia de prensa, en la cual se dieron a conocer los “numeritos”, a nadie se le ocurrió mencionar que la moneda tiene una sobrevaluación cercana al 90%, tampoco que la situación de escasez que se registra en numerosos rubros alimenticios de consumo masivo, se está resolviendo con mayores importaciones, resultando normal que en estos momentos haya solamente en la rada de Puerto Cabello 31 embarcaciones con alimentos, haciendo cola para descargar, con lo que desde hace algún tiempo hemos retornado a una economía de puertos.
Para nadie es un secreto que una moneda sobrevaluada es un caldo de cultivo para incrementar las importaciones, a la vez que se convierte en un serio obstáculo para la competitividad de los productos nacionales en los mercados externos; sin embargo, en estos momentos estamos viendo el ingreso al Mercosur como una oportunidad para abaratar las importaciones, cuando lo que se impone es la implementación de políticas integrales de estímulo a la producción nacional.
La ministra de Comercio decía el pasado miércoles, que el intercambio comercial de Venezuela con las naciones del Mercado Común del Sur está en el orden de los US$ 8.000 millones, pero de este monto el país importa US$ 6.000 millones y solamente colocamos en los mercados de los nuevos socios sólo US$ 2.000 millones, en términos relativos exportamos un 25% y les compramos 75%, tremendo negocio.
Entonces, no podemos caernos a mentiras, la inflación se ha reducido artificialmente, básicamente debido al aumento de las importaciones y a los controles de precios, no como consecuencia de un aumento significativo de la producción nacional.
Ilustración: Dalver Santeliz