Una de las grandes dificultades que hemos tenido en estos 14 años es que no ha sido fácil caracterizar el modelo político de Hugo Chávez, porque ideológicamente tiene entre sus componentes ideas comunistas, cristianismo primitivo, conceptos fundamentales de los fundadores de la patria a través de Simón Bolívar, criterios del ex presidente egipcio Gamal Abder Nasser, autoritarismo, militarismo y otras cosas más.
En cambio a él le fue fácil estigmatizarnos a nosotros, expuso el sociólogo Tulio Hernández, quien vino a Barquisimeto invitado por el Voluntariado Tú y más 2 que apoya la candidatura presidencial de Henrique Capriles Radonski, para participar en un conversatorio con personas vinculadas a la comunicación social y en un foro, junto con Diana López, presidenta de la Fundación Cultural de Chacao, con todos los sectores vinculados a la cultura..
Yo he denominado ese sistema como neoautoritarismo, pero la inmensa mayoría de la población no puede tener una interpretación para enfrentarla a otras concepciones políticas, dijo. No es difícil, por ejemplo, hablar de oligarquía frente a pobreza.
-Una de las grandes habilidades de Chávez es no pasarse de la raya amarilla. La ha ido moviendo poco a poco, a través de una serie de artificios, leyes, decretos, por supuesto, en forma ilegal. Expropia, no diciendo que es comunista, sino porque la ley le da razones estratégicas y así, por el estilo, ha venido haciendo lo que se le ocurre.
La asociación al clientelismo
-¿Tiene la población venezolana conciencia democrática?
-No hay que confundir que una parte de la población ha mantenido esa conciencia democrática. En un informe sobre democracia, en el año 2005, una de las cosas más preocupantes observadas es que la mayoría de la población latinoamericana dijo que prefería la justicia social. Y es que la gente asocia democracia con justicia social, con clientelismo. “Si me dan, es bueno; pero, si no me dan, no importa. Prefiero otra cosa (como sistema de gobierno), pero que me den”, es la opinión que se deduce. Y por eso es que ha tenido tanto éxito el discurso chavista, al punto que sus seguidores comparten la idea del militarismo: uniformarse, gritar comandante presidente, etc. Eso lo ha demostrado desde el poeta Luis Alberto Crespo hasta el ser más humilde; es decir, hay una percepción nacional en la interpretación de la democracia asociada al clientelismo.
-¿Cómo se explica esta situación?
-Sobre todo por la dificultad que tuvieron los gobiernos democráticos en no erradicar el militarismo que, de alguna manera, está inoculado en la población a través del culto a Bolívar. Cuando uno lee a Leonardo Ruiz Pineda, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Andrés Eloy Blanco, en relación a la forma cómo ellos veían a Bolívar, en los años 40 y 50, se da cuenta que la imagen del héroe es distinta. De haberlos interpretado se habría impedido a que llegáramos a lo que ha sucedido, por cuanto ellos pedían bajarlo del pedestal, sacarlo del caballo, darle su carácter de ser humano y no de una especie de dios militarista..
Gracias a una gran parte de la población, sobre todo a las clases medias, que sí tienen conciencia democrática, hemos podido frenar los embates del militarismo. Hay que entender que militarismo no es que haya militares en puestos de gobierno. Militarismo es aplicarle a la población civil la uniformidad y tener como líder al comandante presidente y vestirse de rojo, lo cual además es fascismo.
El lenguaje del autoritarismo
-¿Cómo explica el lenguaje utilizado por el Presidente y sus seguidores?
-A Adolfo Hitler las masas lo seguían y aplaudían no a pesar de sus payasadas y groserías, sino precisamente por ellas, no obstante ser el pueblo alemán el más culto y no tener ni un analfabeta.
Este recurso que mezcla el carácter histriónico con una cosa muy venezolana, que tiene diferentes nombres en cualquier parte, pero que no es otra que el chalequeo, la burla, el choteo, es la forma que ha venido utilizando Chávez para estigmatizar a quienes no están con él. Es parte intrínseca de la estructura de los regímenes totalitarios. Porque lo fundamental de la lógica totalitaria es que su pensamiento se basa en una idea sostenida por el líder, apoyada por su partido y la logia militar: la idea muy clara del bien, del cuál es el bien que le conviene a una sociedad determinada. Y como la tienen clara, no la discuten. La imponen, hasta por la fuerza, porque consideran que una parte de la sociedad es portadora del mal.
En este sentido, Hernández manifestó que cada dirigente totalitario define a los que no le son afectos y es por eso que así como Hitler tenía como enemigos a los judíos, Pinochet a los comunistas, Chávez considera a los que no suyos, escuálidos, traidores a la patria, apátridas, majunches.
Para los totalitaristas no hay adversarios, sino enemigos y éstos tienen que ser aniquilados, política y moralmente, y de ser posible, físicamente.
No es que Luis Felipe Acosta Carlé sea un mal educado cuando eructa frente a las cámaras de televisión, ni que sea un grosero cuando se baja los pantalones al ser abucheado al llegar a un resort en una playa de Falcón.
Tampoco es que esté de mal humor Chávez al calificar de victoria de m…. la de la oposición o la diputada Iris Valera (hoy ministro de cárceles) le haya dado unas cachetadas a un periodista tan pronto llega a un canal de televisión de San Cristóbal. Todo eso forma parte de la gramática del discurso totalitario donde quiera que cada una de estas u otras personas que comulgan con el régimen estén.
Cuando la audiencia del Presidente pide cadenas de radio y televisión es porque en el fondo esa gente trata de que se ofenda a quienes no están de acuerdo con el gobierno y así poder demostrar que se puede hacer lo que les viene en gana.
Es por ello que frente al sacerdocio del odio, Capriles Radonski y no la Mesa de la Unidad Democrática, porque en su seno hubo quienes también quisieron que a Chávez se le respondiera del mismo modo, desde un principio – en la campaña de las primarias-, demostró que su discurso se basaba en la tolerancia.
Los aspirantes más fuertes de esa contienda (María Corina Machado, Diego Arria y Pablo Medina) fueron castigados por el voto de sus propios sectores y se impuso el lenguaje tolerante, amplio, suave; pero no blandengue del hoy candidato presidencial de la oposición, porque se ha mostrado firme en sus planteamientos.
Capriles Radonski ha dicho que no puede existir un país fracturado y por tanto se debe recuperar la convivencia, porque él cree en el buen trato que se le debe dar al adversario.
Contra quien predica la paz no puede pelearse y mucho menos si está abriendo la puerta, sentenció Hernández. En el 2004 trabajé para las Naciones Unidas y en un estudio que se hizo en Barquisimeto, Caracas, Maracaibo y Puerto La Cruz quedó evidenciado que la gente rechazaba la pugnacidad de Chávez y, por supuesto, la violencia y la agresión. Y por eso el mensaje del candidato, que es de paz, opositor está calando.
Fotos: Dedwinson Álvarez