Entre 150 y 200 bolívares, es el margen de ganancia de los transportistas de la Ruezga, en la parroquia Catedral, en una jornada de ocho horas aproximadamente. Ahora bien, si algún conductor del transporte público es embestido por el hampa y lo despojan del vehículo, debe cancelar hasta 10 mil bolívares por el “rescate”.
Ayer, en la vía que conduce a El Cují, ubicada hacia el norte de la ciudad, los profesionales del volante cerraron ambos canales de circulación en rechazo a la inseguridad. A la altura de la Ruezga, norte y sur, colocaron neumáticos ardiendo en fuego, para impedir el paso del tránsito automotor.
“Nos robaron otro vehículo de la línea; nuevamente tuvimos que pagar rescate. Las autoridades tienen que aplicar medidas eficientes en contra de la delincuencia. Desde hace un año, cuando protestamos por primera vez, estamos esperando resultados positivos de los organismos de seguridad”, sostuvo uno de los chóferes de “rapiditos”.
Ninguno de los manifestantes quiso revelar su nombre. El terror está sembrado entre ellos a causa de tanta impunidad. Sienten temor de perder la vida, si surge alguna represalia por parte de los azotes del barrio. En el norte, no hay Ley, agregó otro de los transportistas.
Cerca de 150 unidades, en total, resultan afectadas con el ataque de los antisociales. En reiteradas ocasiones, los líderes del gremio han solicitado alcabalas y otros mecanismos de protección para la parroquia Catedral, El Cují y Tamaca y no son atendidos.
El Sindicato Automotor de la región, hace menos de un mes, convocó a un paro de transporte, precisamente, ante la ola de violencia e inseguridad que agobia a los agremiados. En lugar de estrategias de inteligencia, recibimos más atracos, contó un conductor de la Ruta 15.
Pesadilla compartida
Los vecinos de la Ruezga, de las dos etapas, son testigos de los frecuentes atracos y ensañamientos en contra de los conductores de “rapiditos” y busetas que prestan su servicio hacia este lado de la ciudad. Suben como un pasajero más, dijo la vecina Beatriz Márquez, y al cabo de uno minutos dan el grito de asalto.
Usuarios y conductores reciben amenazas si los identifican con la Policía, por esa razón, hay tanto miedo. Otro manera de atacar a las unidades, es interceptándolos en esquinas y otros espacios de la comunidad, llevándose dinero, celulares, carteras y hasta zapatos.
El módulo policial que funciona en la Ruezga Norte, al parecer, no cuenta con funcionarios suficientes, quedando desamparados ante cualquier irregularidad.
En este sentido, solicitan a la comisario Marisol De Gouveia, comandante del Cuerpo de Policía en Lara, más efectivos y patrullas a fin de garantizar el orden. Tampoco cuentan con el apoyo de la Guardia Nacional.
Los conurbanos, al igual que los taxistas, sólo alcanzan a encomendarse a Dios, porque la seguridad ciudadana no está del todo garantizada para ellos. Cada mala experiencia, por los robos o atracos, recuerda la falta de protección.
Contratiempo
Este lunes, desde las 10.00 de la mañana, cuando inició la protesta, los habitantes de la zona y provenientes de comunidades más retiradas, caminaron largos tramos para llegar hasta sus destinos. A unas personas, les tocó caminar hasta Pate e’ Palo y, otros en cambio, se dirigieron a la parada de San Jacinto.
Los mototaxistas, por su parte, se valieron de la manifestación en la vía pública, para hacer “carreritas” cortas y largas en sustitución de los medios de transporte tradicionales.
Entre 10 y 25 bolívares, estuvieron las tarifas de los jóvenes que laboran sobre las dos ruedas, sólo que no todos los ciudadanos están en la capacidad económica de contratarlos.
Fotos: Edickson Durán