No hay duda para nadie, ni del oficialismo ni de la oposición, cada vez más fortalecida en su unidad y en su acción, aunque cada uno hace sus especulaciones, que el domingo 10 de junio la candidatura presidencial de Henrique Capriles Radonski (HCR) tomó mayor y decisivo vuelo hacia un posible triunfo el próximo 7 de octubre. La muy larga caminata estuvo acompañada en todas partes por una enorme multitud de gente de los más diversos sectores sociales, con muchos con sabor de pueblo; y en la fase última la desafiante jornada cívica-electoral la enormidad de la cuantía fue tan multitudinaria que se hizo incontable. Aunque pareciera, a la luz de cálculos y hechos concretos de percepción de ambos eventos, mayormente contundente el de HCR.
La enormidad multitudinaria de la jornada del domingo 10 para nada debe convertirse en el seno de la oposición ni en sentimientos y expresiones de triunfalismo ni en subestimación del otro, más allá de sus potenciales debilidades. Es bien sabido que asimismo piensan obviamente el Comando Venezuela y toda la dirigencia política que acompaña a Capriles. Pero siempre es bueno insistir en ello, para no incurrir en tal error. Mucho más, frente al cúmulo de muestras evidentes que hay del ya denunciado ventajismo gubernamental-institucional en el escenario electoral, con descarado abuso y repudiable arbitrariedad, sin importar para nada los mandatos constitucionales, legales y reglamentarios existentes.
En el orden anterior podemos citar apenas unas muestras de las más recientes, como: 1) Las arbitrarias e ilegales decisiones de la Sala Electoral del TSJ, de apropiarse indebidamente de los partidos PODEMOS Y PPT, para burlarles la voluntad democrática de ambos y ponerlos al servicio del candidato gubernamental, y así pretender en vano que sólo al Presidente-candidato lo apoya toda la actual izquierda. 2) El mismo CNE como institución dio un tratamiento distinto y muy especial al candidato gubernamental y a sus acompañantes en la presentación formal de ambas candidaturas. 3) La bárbara y absurda decisión de la abusiva mayoría del CNE, de pasar a los 19.542 electores de Miami para la lejanísima ciudad de Nueva Orleans, estado de Luisiana, de los Estados Unidos, en contrariedad con uno de sus principios elementales, de acercar al elector lo más posible a su centro de votación. Decisión que debiera ser rectificada, en función de la Democracia.
Muestras como éstas y muchas otras de anteriores momentos se pueden sumar en el indebido ejercicio del abuso de poder para dar al presente proceso electoral un marcado signo de ventajismo gubernamental e institucional.
Sin subestimar todas estas muestras lo concreto es que la candidatura presidencial de Capriles cada vez tiene mayor potencialidad para confiar más en su triunfo del 7 de octubre, sin mermar para nada la recia voluntad de trabajo individual y colectivo, bajo el signo mayor de la unidad comprometida, para llegar al cambio democrático y a la unión y reconciliación de todos los venezolanos.
El avance de Capriles
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