Gloria al bravo pueblo….
¿Cuántas veces a la semana no escuchamos estas palabras del himno nacional? Suenan en la mañana por la radio y por la televisión y no le prestamos mucha atención. Sin embargo, cuando suenan en Londres y vemos a un atleta nuestro montado en lo más alto del pódium estas palabras del himno producen una emoción indescriptible.
Rubén Limardo se alzó con una medalla de oro en las Olimpiadas después de realizar una eliminatoria épica. Como muchos venezolanos, aprendí lo elemental de la esgrima a medida que Limardo avanzaba en sus combates. En la semifinal ya se percibía por las redes sociales una emoción muy grande. El apoyo a Limardo crecía por minuto así como también crecían las opiniones de millones de “analistas”. Para su combate final los venezolanos ya opinábamos cual especialistas del deporte e inclusive muchos tenían el descaro de diferir en su estrategia. Pero cuando finalmente marcó el punto número 15 el grito de alegría fue único en nuestro país.
44 años teníamos sin celebrar una medalla de oro y no pasaron 10 minutos de haber finalizado la pela final y ya la discusión era: ¿Será que es chavista? ¿Por qué está Maldonado ahí? ¡A él no le aprobaron Cadivi, que lo diga! Ese pana no vive aquí por eso agradece a Chávez. Todo esto y mucho más pasó a ser el gran debate.
¡Qué manía la nuestra de politizar los triunfos deportivos! ¿Por qué no podemos disfrutar una medalla en paz? La gota que derramó el vaso fue cuando Limardo recibió la llamada del presidente venezolano. Ahí los más radicales opositores despotricaron su trayectoria. El esfuerzo personal, el esfuerzo de su familia, de sus entrenadores, de sus amigos, todo eso se devaluó al saber que nuestro campeón había hablado con Hugo Chávez y le agradeció por teléfono.
Mi pregunta es: ¿Y qué importa que hayan hablado?
Siendo el esgrima un deporte amateur con un apoyo muy limitado de patrocinantes, es natural que un atleta agradezca al presidente de su país quien a la vez aprueba parte de los recursos que el atleta necesita.
Soy de los que piensa que el deporte no se debe mezclar con la política. Ese debate es complejo y largo, pero si al final del día resulta que Rubén Limardo es más chavista que Pastor Maldonado y Aristóbulo Isturiz juntos, la alegría que le produjo a los venezolanos por haber dejado en alto el nombre de nuestro país en Londres sigue siendo la misma.
En vísperas de las elecciones presidenciales debemos entender que las posiciones extremistas no nos van a llevar para ningún lado. Por más amargo que sea el trago debemos entender que la reconciliación y el reencuentro de los venezolanos es el camino.
Así que gracias Rubén. De todo corazón gracias.
No comparto tu posición política pero la respeto, y la alegría que le diste a millones de venezolanos con tu medalla de oro no tiene precio. Gracias a tu esfuerzo y a tu garra podemos decir hoy que Venezuela, al menos por un instante, sonríe.
En twitter: @TomasHHR