Entre arias, conjuntos, coros y elementos multimedia, siglos, formas, academicismos, leyendas, novelas, tragedias y reformas, el pasado jueves 2 de agosto, la gracia y los matices de la ópera se apoderaron de los espacios de la Sala Alternativa de la Fundación Juan Carmona del diario EL IMPULSO, cuando la Compañía de Ópera de Occidente presentó un magistral espectáculo titulado El mundo de la ópera.
Bajo la dirección de Raúl Tona y con un guión escrito por Oswaldo Rodríguez, 28 artistas, miembros de diversos niveles del programa de formación de la institución, presentaron una fascinante propuesta que gira en torno a la historia de cuatro compositores emblemáticos.
El montaje de ópera italiana, que incluye una pieza escrita en alemán, plantea el revivir de Claudio Monteverdi, Wolfang Amadeus Mozart, Giuseppe Verdi y Giacomo Puccini a través de sus obras.
Los cantantes fungieron como sombras vivientes del recuerdo de los compositores, discurso que les permitió a través de quienes los personifican, apreciar sus aportes a la ópera, género artístico sublime que engloba todas las artes.
Risas, alegrías, tristezas, dramas y la vida misma, devinieron de esta puesta escénica.
Entre canto y música, declamación y entonaciones, acordes y melodías, la Compañía de Ópera de Occidente, hizo posible conocer parte de esta bella historia.
Vale destacar, la valiosa actuación de la pianista Rosángela Orlando, quien acompañó magistralmente a los músicos.
Periplo por la historia
En un espacio entre penumbras, ataviado de telas que brindaban sutileza y misterio al lugar, la puesta inicia con la intervención de Claudio Monteverdi, hombre que logra darle forma a ese previo ensayo teatral que mezclaba el libreto con música, declamaciones y elementos actorales, para finalmente llamarlo ópera.
Como una adaptación a los cambios de orden que realiza a la estructura fue presentada la escena inicial de La fábula de Orfeo, primera ópera reconocida por la historia de la música.
Con la introducción de la comicidad a la ópera, como herramienta de distracción en los intermedios entre actos, punto clave en este periplo histórico, se aprecia la Serva Padrona de Giovanni Battista Pergolesi, escena en la cual la sirvienta de la casa desea envolver a su amo para apoderarse de su fortuna, insignia de la ópera bufa.
El recurso audiovisual se apreció presente con la inclusión de “la reforma” en el guión, movimiento precedido por el compositor alemán Christoph Von Gluck, a quien se le atribuye una ópera depurada, sin excesos ni ornamentos vocales. A fin de representar este episodio en la historia, fueron proyectados fragmentos de obras de su autoría, como: Alceste, Orfeo y Eurídice, Ifigenia en Aulide y París y Elena.
Como una continuidad a esa simplificación del clasicismo aparece el gran compositor sinfónico Wolfang Amadeus Mozart, quien participa con líneas de canto sobrias. La obra Don Giovanni y La flauta mágica, marcaron un alto en la noche.
Romanticismo en escena
El impulso de la literatura romántica ocasiona que los libretistas concedan sus textos a famosos compositores, con lo que surgen obras románticas, de las cuales la Compañía de Ópera interpretó algunas de compositores como Vincenzo Bellini, Gioachino Rossini y Gaetano Donizetti. El barbero de Sevilla fue una muestra de lo complejo de la voz como aparato virtuoso.
Luego se hace presente Giuseppe Verdi, con quien el argumento de la ópera se convierte en reflejo de la sociedad, como ocurre con Brindis de la Traviata, que cuenta la historia de una joven pareja separada por el repudio de las clases sociales y la muerte.
Va, pensiero, famoso coro del tercer acto de Nabuco, también fue interpretado en esta noche de talento, obra que hizo famoso a Verdi durante el movimiento de la unión italiana. Una propuesta con la cual se identificaron multitudes enteras, letra que promovía libertad.
Hacia lo contemporáneo
Como un salto hacia la contemporaneidad, el elenco de la Compañía de Ópera presenta piezas de Giacomo Puccini, con quien este arte se convierte en una obra compleja, en la cual la música, como mensaje sin letra, cala en el pensamiento del público.
¡Oh sol! ¡Vida! ¡Eternidad!, fue la obra interpretada por los músicos en pleno, quienes cobijaron a los presentes con su canto, se apostaron alrededor de la sala y despidieron magistralmente con un mensaje de amor, que como elemento intrínseco del arte, es hecho canto para que el público se vea identificado y reconozca que la ópera lo retrata en algún aspecto.
Un encuentro de diatribas pensantes, en el cual los asistentes sintieron cada pieza interpretada. Sopranos, barítonos, tenores y bajos que debieron adaptarse a la historia de personas con historias intrincadas.
Fotos: Billy Castro