El futuro, esa es la cuestión

Si Mariano Picón Salas dijo que el Siglo XX venezolano comienza en 1936, podríamos afirmar nosotros que el XXI se iniciará en 2013. Esa es la oportunidad que tenemos, en uso del voto, el arma venezolana por excelencia en uno de los saberes adquiridos durante el siglo pasado.
“El siglo que no empieza” ha llamado a este que andamos Fernando Egaña, cuando aprecia que en su nombre, se invocan fantasmas del siglo XIX, algunos de los cuales encallaron dolorosamente en los arrecifes del fracaso o se los llevaron las mareas del siglo XX.
Vamos, pues, a la conquista de la contemporaneidad perdida. Del tiempo que nos ha sido arrebatado con la excusa de la fantasía ideológica y con la puesta en práctica, desordenada, improvisada pero tenaz, de una noción del poder que puede resumirse en un doble, y paradójico, debilitamiento. El debilitamiento de la persona y la sociedad ante un Estado creciente, invasivo, que ocupa o pretende ocupar cada vez más espacios, y el debilitamiento de ese Estado ante la desmesura del poder personal concentrado, discrecional e ilimitado.
El tema de la vigente campaña electoral no es si una persona se va o no del poder, o si regresamos o no al período democrático precedente, o si volvemos o no a un presunto socialismo primitivo y feliz, cuando nada era de nadie y todo era de todos. La eternidad nos es ajena. Las restauraciones son imposibles y ni siquiera son deseables. Y los sueños, sueños son.
El tema de esta campaña, lo que tenemos entre manos los venezolanos de hoy, de cara a nuestra responsabilidad, es decidir sobre el futuro.
Es el futuro el que está en juego. El tema es el futuro.
Un hecho para ilustrar mis palabras. Cuando, al instalarse la presente legislatura, se asignaron las presidencias de comisiones parlamentarias, lo lógico era proceder a unos turnos para la escogencia. La mayoría parlamentaria oficialista decidió que ella escogería primero todo lo que quería, razón por la cual se da la contradicción de que la de Contraloría la presiden los controlados y, por supuesto, no controla. Culminada su escogencia y, digamos, saciado su apetito, dejó al grupo parlamentario de la Unidad las que no consideraron importantes, y es así como presidimos Familia, Cultura, Medio Ambiente y Ciencia y Tecnología.
Más clara, el agua. Con esa escogencia negativa, ¿podemos creer que el futuro está en su agenda? Lo que está en discusión en esta campaña electoral es el futuro.
Y el futuro, así mismo, es el tema del libro Coordenadas para un País que presentamos la UCAB y el Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro que presido. Coordinado por Marcelino Bisbal y Marino González.
Parte de la Colección ucabista Visión Venezuela, el libro contiene las políticas en Cultura; Ciencia, tecnología e innovación; Comunicación, y Telecomunicaciones, para un futuro gobierno que debe ser de Unidad Nacional, para todos por igual, porque no deberíamos seguir abusando de la resistencia de materiales del modo de ser venezolano que ya no aguanta más divisiones, exclusiones ni discriminaciones.
Propuestas estudiadas con seriedad. Propuestas realistas, porque tienen los pies bien puestos en la tierra, y audaces, porque se atreven a plantearse lo que no es, e incluso lo que nunca ha sido. Propuestas conectadas con nuestra experiencia, y también con las experiencias de otros pueblos.
Encontramos diagnósticos, políticas y medidas concretas, todo de una inequívoca inspiración democrática. Tanto en las categorías de análisis utilizadas, como en el modo planteado para darles viabilidad, y en el tipo de sociedad al cual apuntan: abierta, pluralista, centrada en la persona y sus derechos, garantizada por la igualdad ante la ley y su respeto por parte de gobernantes y gobernados.
Las propuestas que integran este volumen tienen la virtud adicional de nacer del consenso. Hubo pensamiento, estudio, diálogo y entendimiento. Ese solo proceso, por sí mismo, contiene una pedagogía democrática. Por el reconocimiento de la diversidad, el respeto a las razones del otro, la tolerancia, la responsabilidad y un definido sentido de las prioridades.
Son el marco del programa de un gobierno cuyo compromiso sea que todos, sin excepción, podamos vivir y progresar en paz.