De la crisis surge el cambio, hay un camino (II)

Por la puerta del sol
“El cambio es ley de vida. Cualquiera que mire al pasado o se detenga en el presente, se perderá el futuro” (J. F. Kennedy)
Frenar las sacudidas internas, reprimir la voz de la protesta, de la conciencia, del decaimiento de la salud, ignorar las señales de desesperación, aceptar las cosas como buenas aunque vayan mal en el país, en la familia, en las parejas, en la economía, la educación, la salud, el medio ambiente etc., es apenas una parte de las causas que originan las grandes crisis. La manera de evitar en lo posible estas crisis es afrontarlas con decisión, con coraje voluntad y amor practicado no predicado y de esta manera disminuir su proceso desbastador.
Respecto a lo que acontece dentro del país, corresponde a los ciudadanos exigir al jefe de Estado, a los organismos gubernamentales, a las instituciones, entidades privadas y a las personas, que deben llevar a cabo la realización de estas necesarias exigencias en la actual y atroz crisis por la que atraviesa el país, dadas las circunstancias de que todo depende de una sola persona y no se ven los cambios positivos, urge la necesidad de un liderazgo diferente, de un pensamiento diferente, de un cambio. “Huid del país donde uno solo ejerza todos los poderes; es un país de esclavos” (Bolívar) Si estas son las palabras del genio de la libertad Por qué no se ponen en acción? ¿Será por conformismo, por miedo, por incapacidad, o sencillamente porque no hay voluntad política? El país está en pleno retroceso. Cambiar es una urgente necesidad.
El Eclesiástico nos recuerda que todo tiene su tiempo y duración. Así como hay tiempo de siembra lo hay de recoger lo sembrado, tiempo de bienvenida y tiempo de despedida, igual hay tiempo de crisis y tiempo de cambio.
Las etapas de la vida tienen sus crisis y sus cambios. “La vida debe vivirse profundamente como una experiencia única e irrepetible, sobre todo en la vejez, manteniendo el cerebro activo, animoso, ilusionado, ocupado; única manera de evitar el devaste y degeneración que produce la jubilación y la inactividad”. (Rita Levi M. neuróloga. Premio Nobel de medicina 1986)
La jubilación tal como está concebida es la gran trampa de la vejez. Se vive atrapado por la televisión, el teléfono y demás tecnologías, por las necesidades de salud y económicas. En los países desarrollados los viejos y jubilados llevan una vida digna y plácida; en los sub desarrollados estos viejos siguen ayudando a sus hijos que no consiguen trabajo; las cargas aumentan, se adiciona la preocupación de no saber qué pasará con el futuro de los nietos en un país en el que la incapacidad de los gobernantes no resuelve los problemas de sus ciudadanos, que acaba con las fuentes de trabajo en lugar de fortalecerlas y crear nuevas, que no ha podido dar un parado a la criminalidad e impunidad, menos asegurar la vida y bienes que más bien expropian a su antojo, porque la ley pasó a ser letra muerta.
Para aquellos viejos y jubilados que lo dieron todo el Estado tiene el deber y la obligación de ayudarlos. Muchos de ellos terminan recluidos en sanatorios o aislados dentro de sus hogares, en asilos o andando las calles sin rumbo. Los gobernantes los ignoran y a los que toma en cuenta paga el fruto de su trabajo de toda la vida, con una mísera pensión. No subsidia seguros para los viejos a los que se les niega acceso a una tarjeta de crédito, a un préstamo personal, el derecho a la diversión y el de tener una muerte digna. Viejos y jubilados en su mayoría pasan a formar parte de -los desechables- ¡No más limosnas gobernantes! El petróleo se regala fuera de fronteras, que se quede beneficiando a los nacionales sus legítimos dueños.
Viejos y jubilados necesitan contar con una pensión decente con la que puedan subsistir, pagar sus medicinas y morir medio tranquilos. Recordemos que los grandes sueldos del país están en manos del poder judicial, de los militares, de la cámara de representantes, del tribunal supremo de justicia,los ministros, embajadores, cancilleres, consejeros, políticos etc., y el gran jefe. Y para el pueblo limosnas y míseras dádivas que humillan y son una verdadera vergüenza en un país tan rico como este.
Cada dolor tiene su remedio, cada acción tiene su recompensa, cada crisis tiene su cambio.
Último capítulo próximo sábado.