Miren quien habla de violación de derechos humanos

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Planteamientos
La decisión del gobierno de retirar al país de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, como era de esperarse resultó altamente polémica y controversial, en medio de la crisis que, en general, está presente en la mayoría de los organismos supranacionales que se fueron conformando a raíz de la segunda guerra mundial y que forman parte de una arquitectura institucional decadente, correspondiente a un modelo político, económico y social que igualmente hace aguas.
Frente a los graves problemas de diversa naturaleza que encara el sistema-mundo, la Organización de las Naciones Unidas, ONU; la Organización de los Estados Americanos, OEA; el Fondo Monetario Internacional, FMI; el Banco Mundial, BM; la Organización Mundial de Comercio, OMC; la Organización Internacional del Trabajo, OIT; Organización Mundial para la Salud, OMS; entre otras, cada vez más, son objeto de cuestionamientos diversos por el secuestro del cual han sido objeto, desde el punto de vista político, por parte de los países dominantes y con mayor poderío en el escenario global. Nada nuevo, por cierto, sólo que dadas las decisiones y resoluciones parcializadas que muchas veces asumen, en el marco de la multipolaridad emergente, la credibilidad que otrora exhibieron, está en entredicho.
Acerca de la pertenencia o no, la premisa fundamental señala que, como es de suponer, no existe contradicción alguna entre el principio de soberanía de cada nación y la afectación de éste cuando un Estado decide integrarse a un organismo supranacional, en tanto que no está obligado a ello. Sin embargo, una vez que ha ingresado debe acatar las resoluciones tomadas por dicho organismo o retirarse del mismo.
En concierto internacional, llama la atención que uno de los supuestos adalides de la democracia en el mundo, los Estados Unidos y sus diferentes gobiernos, cuando lo ha considerado conveniente a sus intereses, no ha suscrito convenios ni se ha integrado a algunos de los organismos citados. El Protocolo de Kyoto, es una muestra de ello; al igual que su adscripción a la CIDH.
El artículo I de la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre dice: ‘Todo ser humano tiene derecho a la vida». Estados Unidos de América no es parte de la Convención Americana de Derechos Humanos o Pacto de San José, ¿Será una razón como hecho jurídico, pese a la aberración que significa, la aplicación de la pena de muerte? Incluso, países signatarios también lo contemplan en su ordenamiento legal.
Pero el desconcierto es mayor, cuando se pretende dictar cátedra en esta materia mediante los Informes que anualmente elabora el Departamento de Estado, en más de 190 países, incluyendo a China, alertando acerca de la violación de los derechos humanos, pero sin verse en el espejo de su propia realidad.
En la última década, precisamente el gigante asiático, por intermedio de la Secretaría General de la Sociedad China para los Derechos Humanos, se ha dedicado a publicar un estudio similar que titula: Registro de Derechos Humanos de los Estados Unidos, en el cual examina y evalúa la conducta del gobierno estadounidense en derechos humanos, tomando en cuenta, aspectos tales como: Derecho a la vida y la seguridad personal; Abusos cometidos por las autoridades policiales y judiciales; Igualdad política y libertad; Igualdad económica y social; Discriminación racial; Derechos de las mujeres y los niños; Violaciones de los derechos de otros países.
En lugar de mostrar y reconocer su propia realidad, los gobiernos asumen que la mejor defensa es el ataque, con lo cual terminan poniendo al descubierto una doble moral que se manifiesta en las críticas que formulan a los demás pero sin tener la autoridad para hacerlo. Esta vía conduce a un estado generalizado de indefensión de los ciudadanos que torna cada vez más grave la situación. No hay salida posible, cuando lo que efectivamente está planteado es asumir con toda responsabilidad el cumplimiento y el respeto de tales derechos, de acuerdo con el ordenamiento legal, ya sea internacional o nacional.

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