En las elecciones que se desarrollan en nuestro país no compiten solamente candidatos y partidos, sino también diferentes fuerzas políticas y sociales, nacionales e internacionales, que se despliegan sobre el tablero como caballos, alfiles, torres y peones de una contienda por el poder que trasciende el torneo electoral. Si había alguna duda al respecto, allí está la reciente intervención de dos ex presidentes suramericanos en el proceso electoral en curso: el líder brasileño del Partido de los Trabajadores, Lula Da Silva, y el socialcristiano chileno, Eduardo Frei.
Al lado de los partidos, en el proceso electoral están involucrados importantes factores de poder interno, como el militar, la Iglesia, medios de comunicación, ONG, empresariado. En el plano internacional, las contradicciones geopolíticas que atraviesan el eje Norte-Sur se expresan en la actuación de factores internacionales que representan proyectos e intereses distintos. De un lado, la diversidad de corrientes y matices que se mueven desde Washington y otras capitales occidentales, que pugnan por conservar las relaciones de subordinación económica y geopolítica que han existido a los largo de décadas en la región. Desde la acera de enfrente, hacen contrapeso las alianzas emergentes, como Mercosur, Unasur y Alba, que buscan destronar la hegemonía estadounidense.
En el plano militar, la institucionalidad está del lado del Gobierno, pero importantes núcleos se ubican del lado de la oposición. En cuanto a la Iglesia Católica, en las últimas semanas, por iniciativa de monseñor Diego Padrón, presidente de la Conferencia Episcopal, ha intentado jugar un rol más imparcial, a pesar de que factores muy importantes de su jerarquía se ubican activamente en la oposición y de que algunos prelados simpatizan con la orientación social del Gobierno.
Del lado de Capriles se encuentra la mayoría del empresariado nacional, así como la casi totalidad de los medios de comunicación privados. A favor de Chávez está el sistema estatal de medios y una pequeña porción de la franja de contratistas del Estado, con escasa influencia en el conjunto de las clases altas. Pero, al mismo tiempo, dispone de otras palancas, de carácter institucional, muy poderosas.
El pulso de todas estas fuerzas e intereses es intenso, y lo será todavía más en la medida en que se acerque la fecha de la votación. El frente de la actuación cotidiana lo darán las organizaciones y líderes partidistas, mientras que las otras piezas jugarán más en la sombra, con apariciones puntuales y mediatizadas, como las de Lula y Frei, factores moderados de la centroizquierda y la democracia cristiana. Pero Álvaro Uribe, que representa las corrientes de extrema derecha de la región se ha comprometido a fondo y de manera directa en la campaña. Por su parte, Barak Obama ha preferido no polarizar con Chávez, tal vez consciente de que no es conveniente exacerbar los ánimos nacionalistas en plena proceso electoral. En fin, una elecciones nacionales en el ojo del huracán continental.
Lula y Frei en el Caribe
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