El CNE quiere ser Dios

¿Qué busca el Consejo Nacional Electoral al proponer adhesiones a su “Acuerdo para el buen desarrollo de la Campaña” para presidente de la República?
Tres cosas inherentes a toda democracia representativa y participativa: que se reconozcan los resultados emitidos por el Poder Electoral, que el CNE es la única autoridad legítima y competente para pronunciar oficialmente sobre los resultados, y que esos resultados “…son la expresión perfecta de la soberanía del pueblo venezolano ejercida a través del sufragio”. ¿Es que el CNE esta preparando un chanchullo contrario a la Constitución y la Ley?
El CNE quiere, más que mostrarse como un poder nacional autónomo, erigirse como el Dios electoral, cuya palabra no puede ser cuestionada por nadie y quien lo haga se hace responsable de eventuales hechos de violencia, que curiosamente el órgano predice en su Acuerdo; por cierto, también es sospechoso que quien suscribe el Acuerdo se responsabiliza ante los otros firmantes, mientras que el Dios electoral se lava las manos y queda afuera.
Curiosamente, las obligaciones y deberes constitucionales fundamentales que obligan al CNE para con cada elector no se mencionan en el Acuerdo, ni asomo de su obligación de garantizar la igualdad, confiabilidad, imparcialidad, transparencia y eficiencia del proceso electoral, la despartidización del órgano electoral y la celeridad del acto de votación y escrutinios.
El Pueblo Soberano, es decir los electores no formamos parte de ese Acuerdo, fuimos excluidos groseramente de él. NO EXISTIMOS. Pero, ese inmutable pero, debe tenerlo presente entre ceja y ceja el CNE, que todo ciudadano tiene el derecho inalienable, antes y después del acto electoral, de exigir que se respete la perfecta soberanía de cada elector.
Quien tiene que firmar un Acuerdo con los electores es el CNE, en el cual nos garantice que la contienda será limpia, transparente, en igualdad de condiciones y pacífica. CNE, no te escondas detrás de este Acuerdo para evadir la inmensa responsabilidad de controlar la campaña y de que el sistema garantiza a cada elector su voluntad. ¡Jamás te perdonaremos que alguien grite fraude!