¿Llevamos el rancho en la cabeza?

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Fuerte esta expresión ¿no? Lamentablemente pareciera que es verdad. Les cuento.

La semana pasada tuve la oportunidad de competir en la Copa Simón Bolívar de Karate la cual es organizada por la Federación Venezolana de Karate Do. Este evento es probablemente el evento más importante del año en el mundo del karate en nuestro país ya que mide prácticamente a todas las organizaciones a nivel nacional y unas cuantas a nivel internacional. Más de 1.500 karatecas compitieron ese día y debo decir que el nivel estuvo a la altura; muy bueno. Sin embargo hubo ciertos factores que opacaron objetivamente el evento.

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La basura. Generada por los propios atletas y por los espectadores. Bolsas de chucherías, potes plásticos, papeles, comida, agua, latas, chicle, en fin, todo esto se veía en el piso. Con mis propios ojos veía a muchos atletas, no todos afortunadamente, botando basura por donde pasaban. Al perder la paciencia y preguntarle a uno que por qué no tiraba ese papel en el piso de su casa me respondió sin vergüenza: es que ahí también lo hago.

Los robos. El campeonato duró tres días y supe por entrenadores y amigos que el día viernes se produjeron diversos robos en los baños del recinto. De la misma manera se robaron bolsos y teléfonos celulares en las gradas.

El agua. No había agua en el sitio más importante de todos: los baños. Los baños eran simplemente nauseabundos. Usted estimado lector se podrá imaginar el estado de un baño utilizado por 2.000 personas en un fin de semana. Paradójicamente donde sí hubo agua fue en el área de competencia. Lamentablemente en distintos puntos había cierta humedad producto de unas goteras en el techo del polideportivo.

La luz. El día sábado en la noche en plena competencia hubo una falla fuerte de luz. Se “cayó” una fase por más de 20 minutos y el torneo tuvo que continuar en ese estado.

Lo más triste de todo, tanto para usted como para mi persona, es que nada de esto resulta sorprendente. Lamentablemente nos hemos acostumbrado a sobrevivir en un país donde las condiciones para desarrollarse como profesional y como atleta son sumamente complejas. La inseguridad nos asfixia hasta en los momentos menos esperados y el mal servicio, en este caso del agua, ya prácticamente es el día a día.

En Venezuela tenemos un altísimo nivel de Karate. Independientemente de la organización que uno representa cada vez que alguien luce la chaqueta tricolor afuera y se monta en un pódium como venezolano nos llenamos de orgullo. Por eso es lamentable que un campeonato de este calibre, con un nivel técnico tan alto especialmente en combate, se tenga que presenciar lo anteriormente mencionado.

La cantidad de basura en el piso, vuelvo y repito, generada por los propios atletas y por los espectadores, fue francamente la gota que derramó el vaso. Un verdadero asco. Aquí no estamos tratando de señalar a alguien en específico, es importante que eso quede claro. Se trata simplemente de resaltar un problema estructural que atraviesa nuestro país y en consecuencia el deporte nacional.

Ante todo esto es natural que nos preguntemos lo siguiente: ¿Será que nos hemos acostumbrado a vivir así? ¿Será que ya hemos perdido la noción de ver limpio nuestro alrededor?

¿Será que ahora simplemente llevamos el rancho en la cabeza?

La evidencia desafortunadamente habla por sí sola.

En twitter: @TomasHHR

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