El presidente Hugo Chávez volverá al ruedo internacional el martes en la cumbre del Mercosur en Brasilia, una ocasión que le permitirá reafirmar su recuperación del cáncer y anotarse un tanto político con el anhelado ingreso de Venezuela al bloque, en plena campaña para su reelección.
Su primer viaje oficial al extranjero del año coincide con los primeros mitines electorales para las presidenciales del 7 de octubre a los que Chávez se entrega con largos discursos y derroche físico, rompiendo con la imagen de presidente enfermo y debilitado que proyectó en los últimos meses.
El mandatario se declaró este mes «libre» de cáncer tras someterse a una prolongada radioterapia en Cuba que le impidió, por ejemplo, viajar a Cartagena (Colombia) en abril para asistir a la Cumbre de las Américas.
Con su asistencia a la reunión del Mercosur, en cambio, Chávez regresa a la escena internacional para «decir ‘aquí estoy de vuelta, no hay ningún problema con mi salud’ y matar cualquier rumor creíble sobre su enfermedad», dice a la AFP el presidente de la firma Datanálisis, Luis Vicente León.
A menos de tres meses de los comicios, «Chávez necesita enviar imágenes concretas sobre su recuperación para borrar cualquier sombra sobre su futuro» susceptible de sembrar dudas entre sus electores, añade.
En el poder desde 1999, el presidente sigue gozando de una alta popularidad entre los sectores de menores ingresos y la mayoría de los sondeos le dan una cómoda ventaja contra su rival Henrique Capriles Radonski, pero su estado de salud es considerado un imponderable clave en la campaña.
Un objetivo geoestrátegico
Aunque su viaje a Brasil persigue también otro propósito: «Éste es el primer compromiso en el exterior que honra el presidente en 2012, lo que demuestra la importancia que da al ingreso pleno de Venezuela en el Mercosur», dice a la AFP el analista político Farith Fraija.
La entrada al bloque del país con las mayores reservas mundiales de crudo fue aprobada en junio por Argentina, Brasil y Uruguay tras la suspensión del cuarto miembro, Paraguay — cuyo Senado frenaba el ingreso de Venezuela desde 2006 –, a raíz de la destitución del presidente Fernando Lugo.
Para Chávez, supone la consecución de una de sus más viejas metas geoestratégicas, al entrar a formar parte de un bloque con poderosos actores — Brasil y Argentina –, que representa el 75% del PIB de Sudamérica.
El ingreso al Mercosur «abre un nuevo horizonte de posibilidades para el engrandecimiento de la patria suramericana», dijo Chávez esta semana, que se considera portador del sueño de una unión latinoamericana del libertador Simón Bolívar y ha impulsado otros proyectos de integración regional como la Unasur o la Celac.
Fraija indica que para el gobernante, se trata de un «primer paso importante para crear un bloque suramericano que integre a otros países ahora asociados como Chile y Bolivia y acabe siendo una potencia tremenda en el mundo».
Pero el internacionalista Edmundo González también señala a la AFP que más allá de la «vocación tradicionalmente venezolana» de apostar por la integración regional, la entrada es una «calculada jugada política de Chávez para tratar de influir sobre sus miembros y expandir su proyecto» izquierdista, hostil a Washington.
¿Librecambio vs socialismo?
¿Pero cómo se desempeñará en un mercado de librecambio un país cuyo gobierno se define socialista e impone a su economía — básicamente importadora — medidas de corte estatista y estrictos controles al sector privado?
González, autor de un estudio sobre la entrada al Mercosur, advierte que en lo político «en seguida se van a presentar contradicciones», especialmente con el Acuerdo de Asociación que el bloque negocia con la Unión Europea o el Tratado de Libre Comercio que firmó con Israel, país con el que Caracas no mantiene relaciones.
En el plano económico, Chávez afirmó que con el ingreso «van a abaratarse un conjunto de productos que (están) importando de esos países, eso en el corto plazo. Pero al mismo tiempo permitirá acelerar la industrialización».
También anunció la creación de un fondo de 500 millones de dólares para apoyar a empresas venezolanas con potencial exportador, en un país con un débil aparato productivo dada la capacidad importadora que le da el petróleo, debilitado aún más por las nacionalizaciones y expropiaciones del gobierno.
«Venezuela no va a ver cambios significativos. Si hubiera un sector industrial privado, sin duda estaría en apuros. Además, nadie va a exportar a 4,30 bolívares» el dólar, subraya León en alusión al control cambiario que rige en Venezuela y fija el bolívar a un monto muy inferior al que se negocia en el extendido mercado negro.