Parecería que ahora la delincuencia no sólo se ha limitado a cometer delitos de robo, secuestro, atracos y asesinatos con el venezolano de a pie sino que además ampliaron su radio de acción a los funcionarios policiales y de los cuerpos de seguridad del Estado. ¿Se habrán convertidos los efectivos castrenses y los hombres de azul en el nuevo blanco del hampa?
Sin ir muy lejos, en el estado Lara, tan sólo en lo que va de año once funcionarios han fallecido en manos de hampa, el último de ellos ocurrió el pasado 24 de julio, José Miguel Leal Sequera, de 27 años de edad, murió tras recibir varios disparos de unos sujetos intentaron despojarlos de su arma de reglamento, cuando se encontraba en un establecimiento de comida en el oste de Barquisimeto.
En el hecho resultó herido Jhonny Guerrero, de 28 años, también funcionario dela Brigadade Ciclistas de PoliLara, quien hasta ahora se debate entre la vida y la muerte en un centro privado de la ciudad.
El pasado fin de se semana, miembros de Voluntad Popular realizaron una protesta en rechazo a los asesinatos de funcionarios policiales enla GranCaracas, cuyo número aumento a 60 en menos de 48 horas, tras la muerte de dos escoltas, de un alto funcionario del Gobierno nacional y un diputado oficialista dela Asamblea Nacional.
Aunque suene irónico, los cuerpos de seguridad quienes tienen la responsabilidad de velar por resguardo y la integridad de los ciudadanos de un país, se sientan” desprotegidos”, por la ola de violencia que ha arropado nuestro país.
En el artículo de este jueves de nuestra colega Karina Peraza Rodríguez, sobre el asesinato de Sequera, uno de los funcionarios que no quiso ser identificado por temor a represalias refiere: “los delincuentes nos están cazando, estamos cansados de que no se haga nada cada vez que maten a un funcionario, solo se expresan declaraciones de lamento y promesas que se buscarán a los culpables y mientras tanto nos siguen matando”.
Además, los héroes de azul han sido eco de protestas por las condiciones laborales que mantiene el Ejecutivo. La falta de dotación, los bajos sueldos, y la suspensión de algunos benéficos como el seguro de HCM, son sólo parte de las quejas que los uniformados mantienen.
La respuesta de las autoridades del Estado no se debería limitar a sólo palabras que no calman el dolor de las madres y los familiares de estos jóvenes venezolanos que han muerto en su mayoría en el cumplimiento del deber, sino a hechos concretos que rescaten el valor de llevar un uniforme policial, dentro de un organismo, donde la mayoría de los hombres y mujeres ejercen con honor y valentía sus funciones.
Los rostros de la violencia van más allá del llanto de una madre, pues el orden natural es que en la lamentable pérdida de un ser querido tan cercano, sean los hijos quienes den el último adiós a su progenitores, luego de una larga vida.
En Venezuela ese rumbo universal se está revertiendo, con la violencia rondando silente y sin compasión, cada calle, cada casa, cada rincón de este país, ahora son los padres quienes ven partir a sus hijos, sin ninguna justificación, sin una razón que les permita entender porqué ya nunca más estarán junto a ellos.
Lo grave de esto es ¿en manos de quién queda la responsabilidad de velar por el resguardo y la seguridad de toda una nación, y en manos de quién está el futuro de Venezuela?
Foto: Ángel Zambrano