Esa partícula

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LECTURA

El físico y premio nobel de física, León Lederman, había bautizado la partícula del bosón de Higgs como: “la condenada partícula.” Pero el editor de su libro donde  le otorgaba ese nombre, lo consideró inapropiado y  lo cambió por “la partícula de Dios”. Es así como el bosón propuesto por el científico Peter Higgs en el espacio que se dio a conocer como “El campo de Higgs”, descubierto recientemente, con merecida difusión se conoce con el nombre de “La partícula de Dios.” Los medios han sido muy eficientes difundiendo el descubrimiento de Higgs como el más grande de los conocimientos.
La partícula de Dios ha provocado en la humanidad mucha confusión.  Los más despreocupados “creen”, al fin, que el hombre ha dado físicamente con el mismo Dios. Ya Descartes, el hombre que dudaba de todo, había aseverado haber dado con él. Los más incrédulos, pensaron que Dios no hacía falta. ¡Cómo les parece! Los reservados, callan. Ante la confusión, nos erigimos, no como sabelotodo, con nuestra inseparable ignorancia, debemos decir algo: la partícula de Higgs tiene la virtud de agregar masa. Debe ser a otras partículas. Y esto es sorprendentemente maravilloso; pero confundidos los pensamientos, como parece, con anticipación se piensa que en esa virtud de la partícula está el principio de todo lo existente creado;  hasta la propia vida. La frustración ha sido profunda para quienes siempre creyeron en un ser dador de vida y creador de todo. De todas maneras, si la partícula (es) de Dios, como se interpreta de su expresión, entonces, la partícula es la extensión de Dios.
La información de  este suceso es necesaria para que no nos perdamos de la concepción que felizmente nos hemos hecho de las cosas y del mundo. También es útil, de algún modo, para la reflexión.  Dios tiene su partícula y Higgs tiene su bosón y su campo.
De la relatividad de Einstein, sabemos que en la materia hay equivalencia de la masa y la energía. Que la velocidad atribuida a la luz, por la curvatura del espacio es un poco menos de 300.000 kilómetros por segundo. Y que ningún cuerpo en su movimiento puede exceder a la velocidad de la luz. Que los cuerpos, por lo menos en el sistema solar, se rigen por velocidades muy bien programadas. Cualquier aceleración en alguno de ellos, necesariamente produciría agregar más masa y más energía a su cuerpo. Que sería un modo normal, si bien se piensa,  de agregar masa a la materia. Por  ese fenómeno de aceleración del movimiento, no es posible que ningún cuerpo del sistema pueda crecer en masa y en energía. Todo  es sencillo: Para la aceleración hace falta que una energía impulse al cuerpo; paro no hay la energía que pueda mantener el impulso a la suma progresiva de masa y energía que agrega el cuerpo acelerado. Consecuencia: los cuerpos de nuestro sistema viven resignados a no moverse más allá de su velocidad programada. La Tierra, por ejemplo, se mueve a 30 kilómetros por segundo.
Se nos habrá de informar oportunamente cómo el bosón de Higgs agrega masa a la partícula. Aún se desconoce cómo se hizo de masa la primera  partícula. Y no está de más preguntarnos qué fue lo que hizo explosión en el Big Bang. Hay cosas de las cuales aún esperamos por las explicaciones.

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