La Alternativa Democrática obtuvo en las pasadas elecciones parlamentarias, hace ya dos años, 5 millones 500 mil votos que representaron el 52 % del voto popular emitido en esa oportunidad. Chávez y le Psuv, más sus aliados, alcanzaron 5 millones 300 mil. Uno dice que Chávez, porque como todos recordamos, el centro de la campaña del oficialismo aquella vez fue: “vota por Chávez”. “Vota por los de Chávez”, aunque se elegían diputados. Eran, pues, “sus” diputados. Remarcaba él que eran, como en efecto lo son, de “su” propiedad. El lector debía definirse entre él y “los otros”. Pues bien, el 52% lo hizo por la Alternativa Democrática, como queda dicho arriba.
Y en esa cuenta no sumamos la gente que se fue del PPT. Ni habían sido brutalmente excluidos varias decenas de miles de monaguenses seguidores del “Gato” Briceño. Ni se sumaba, tampoco, el “gentío” que en estos 22 meses ha terminado de romper con este bodrio que pomposamente hacen llamar revolución, decepcionados y hastiados. Aquí, en Lara, hay miles así. Todos conocemos unos cuantos.
Así las cosas, Chávez está dictando la más terrible sentencia de “apartheid” y exclusión de al menos la mitad y un poco más de la población nacional. A estas alturas debe ser bastante más de la mitad. No son venezolanos, ha sentenciado. Deben ser “pulverizados”, ha espetado. “Son nada, cochinos, majunches, escuálidos, apátridas”. Contra todo este “gentío” que somos; plantea “batallas y guerras”. En los escasos días en que Chávez amanece “generoso”, somos tan solo “confundidos y equivocados”.
Pero pese a todo ese brutal maltrato y exclusión, quienes lo pasan peor son aquellos de entre sus partidarios que se hartan de tanta traición por parte de Chávez a los postulados de la Constitución. Los que repudian tanta corrupción y la destrucción de nuestra economía. Los que ya no soportan tantas vejaciones. Los que ya no se calan más las promesas de hacer ahora lo que no quiso hacer en 14 años. Los que quieren tener derecho a pensar por sí mismos y a opinar: Esos además de todos los insultos anteriores son “traidores”.
Luego, quienes se identifiquen con esa terrible división de dos Venezuelas en un mismo territorio, con la exclusión de millones no sólo de sus reivindicaciones materiales sino hasta de su propio derecho a la nacionalidad, pueden votar por el candidato del continuismo, el que dice ser “la patria”, aunque en los hechos demuestre lo contrario. ¡Y que viva la guachafita, pues!
Henrique Capriles, mientras tanto, no cesa de insistir, sin desmayo ni desaliento en lo siguiente: d zc “A los que piensan de una forma, o de otra, siempre los voy a respetar. He demostrado que trabajar para todos es posible. Lo hice como diputado, dos veces como alcalde y como gobernador de Miranda. Siempre mi trabajo ha sido para los más necesitados, sin pedirles que respondan a un color político. Y así será después del 7 – O”.
Una y otra vez habla – y demuestra con su actitud – que el nuevo gobierno será de inclusión, donde todos caben, aún los que piensen diferente.
Que la labor y ayuda del Estado será para todos por igual, sin pedir carnet político, ni mucho menos sumisión. Insiste en que “Venezuela es una sola y plural”.
Reitera: “El país que queremos es uno pleno de oportunidades para todos, donde progresar sea la norma. No es el presidente de la República quien decide quién es venezolano o no, pero el pueblo si es quien decide quien es su Presidente”.
El país está harto del odio y de la confrontación. La Unidad y Capriles han presentado planes y programas para superar el desempleo y la inseguridad. Para la educación de calidad y el progreso de los jóvenes. Todas, sin embargo, están marcadas por la idea del diálogo, de escuchar, del entendimiento y el respeto a todos.
Hay un contraste claro, para que cada quien decida. La guerra, la confrontación, la exclusión, la división. O el trabajo creador, el respeto, el diálogo, la búsqueda compartida de un camino mejor para la patria, de paz y de progreso. Y somos la mayoría para lograrlo.
