Chávez afronta su cuarta campaña electoral entre verborrea y realidad. Su primer pecado es lo económico, el pésimo manejo de la economía del país, donde con incalculable abundancia de recursos y manejo discrecional de ellos ha devaluado la moneda desde 0,45 Bsf hasta 4,5 Bsf por dólar, ha quintuplicado la deuda pública y emitido bonos que siguen endeudando la república, en fin, la economía es su principal enemigo.
Su segundo pecado capital es sobreponer su priorización personal de necesidades contra la priorización de necesidades que tiene el país, tras 14 años de mandato Venezuela sigue sumida en el tercer mundo, sin autopistas modernas, más que nunca dependiente del petróleo, con un sistema férreo nacional existente solo en papel, servicios públicos inoperantes, instituciones públicas sordas y mudas al clamor popular, mientras que Chávez prioriza su partido político y la militarización de la sociedad el venezolano no tiene para pagar la cesta básica, ni la consigue.
Su tercer pecado es la división del país, su frase “quien no es chavista no es venezolano” es el más digno ejemplo de ello, de su soberbia, de su yoismo, de discriminar a quienes no piensan como él, a quienes son víctimas de los errores de su gestión, de ver como enemigos a quienes piensan distinto.
Su cuarto pecado es creer que el sector privado es el enemigo a vencer, cuando en realidad son las instituciones del Estado la piedra angular en ese drama, sencillamente porque sí el apego a la ley fuera algo cierto, sí las instituciones fueran imparciales con funcionarios eficientes no habría manera que “el capital” explotara trabajadores, evadiera impuesto, tuviera ganancias exorbitantes, sin embargo, Chávez cree que debe arruinar el sector privado, que el Gobierno debe apoderarse del sector productivo, lo que ha generado desempleo encubierto en economía informal y subempleo.
Su quinto pecado es creer que la igualdad es material, que todos debemos vivir con mismos sueldos, mismas viviendas, vestimentas, celulares, entre otros ¡no señor presidente! La igualdad debe ser ante la ley, que las instituciones públicas den mismas oportunidades a todos sin discriminar. Su sexto pecado creer que las ayudas públicas son justicia social cuando en realidad es evidencia de mala gestión y condena eterna a la pobreza. Su séptimo pecado es la carencia absoluta de humildad, no corregir aún cuando los errores son inocultables. Se preguntarán ¿y la inseguridad? precisamente, la inseguridad es el resultado de sus 7 pecados.