Cuando se consolida una comunidad hay que tener dos elementos presentes: obtener los servicios públicos y mantener la unidad entre los vecinos. Líderes comunitarios de parroquias emblemáticas como El Cují, Tamaca y Juan de Villegas, hablan de las luchas diarias por conseguir los beneficios para su gente, los del barrio.
Se trata de una realidad que si bien ha sido criticada de muchas formas, con respecto a lo “engorroso” de algunos trámites y también por la excesiva demora en ofrecer respuestas, no mejora la atención hacia los usuarios, al menos, así lo dan a conocer quienes pasan días y hasta noches, frente a los organismos en busca de soluciones.
Anilú Chaviel, por el consejo comunal de Villa Productiva I, en la vía Quíbor, habla de la “agonía” que ha resultado tramitar el servicio de energía eléctrica. Aunque después de varios meses fue aprobado el proyecto de electrificación, todavía no lo ejecutan y, por lo tanto, siguen usando conexiones ilegales que además representan un peligro latente ante la posibilidad de cortocircuitos.
“Nos aprobaron el servicio para unas 70 familias de la avenida principal, sin embargo, hace falta que el proyecto se extienda a otros 150 hogares que también necesitan luz eléctrica. Constantemente se dañan los electrodomésticos porque la alta tensión de los cables, termina por arruinarlos al cabo de un tiempo”, sostuvo la vocera.
Tampoco han tenido suerte con el servicio de agua. También hacen uso de tomas clandestinas debido a la indiferencia de Hidrolara en ejecutar la instalación de tuberías de aguas blancas y de cloacas a fin de mejorar la calidad de vida de los vecinos. Se bañan con agua almacenada en tobos y utilizan letrinas a causa de la ausencia de la hidrológica.
En el caso de Villa Productiva, la situación es más delicada por cuanto inicialmente el gobierno regional, del ex mandatario Luis Reyes Reyes, había prometido viviendas para más de mil familias y, apenas se construyeron 347 casas, defraudando las ilusiones entre los vecinos.
Con el proyecto de urbanismo paralizado, también quedaron sin efecto la instalación de los servicios y es ahora cuando, medianamente, logran salir a flote, pese a que la mayoría de los hogares habitan en ranchos de zinc.
“Los hogares están resteados por tener lo básico: agua, cloacas y electricidad, todo, mientras nos hacen las casas”, dijo Chaviel.
Tamaca sigue creciendo
Hacia la parroquia Tamaca, tampoco hay garantía de servicios en las comunidades que tienen, incluso, hasta 15 y 20 años de fundadas, cuestión que molesta a los vecinos de esa jurisdicción. La mayoría de los sectores, en particular, los más cercanos al municipio Crespo, no tienen cloacas.
Como consecuencia, colapsan los pozos sépticos y se genera un ambiente de insalubridad tremendo que aparta a los residentes de las normas de higiene. No tienen otra opción: los pozos sépticos o los matorrales que también generan contaminación en la zona.
Julio Alvarado, luchador social, declaró que desde hace larguísimos años existe una deuda social con las barriadas de las parroquias El Cují y Tamaca, pese a que son tan pobladas como el caso de Juan de Villegas, en el oeste de la ciudad.
“Desde los consejos comunales venimos haciendo un esfuerzo por beneficiar al máximo a las comunidades, sin embargo, hace falta que los gobiernos municipales y regionales cuenten con los recursos económicos para emprender las obras.
Siempre alegan que el presupuesto no es suficiente, entonces sería conveniente que el Gobierno nacional se fije en las necesidades del país y mande el dinero”.
Vías en mal estado
Si bien no es un asunto de primera necesidad, el deterioro de las vías comunitarias ocupa el segundo dolor de cabeza, después de la falta de servicios públicos.
Otra parte de la población, que cuenta con cloacas y agua, todavía no tienen el asfalto y es como estar estancados en el pasado. En los caminos de tierra que describen nuestros adultos mayores. La mordernización de las vías no ha llegado, al menos, en sitios populares de las parroquias del municipio Iribarren.
En un recorrido por el oeste, norte y sur de Barquisimeto, quedó en evidencia la ausencia de la capa asfáltica, tan necesaria para facilitar los recorridos entre sectores o etapas de los vecindarios. Transeúntes como conductores, sufren por igual con el deplorable estado de la vialidad.
En barrios como Los Ángeles, El Rotario, José María Vargas, Villa del Oeste, Nueva Paz, entre otros lugares del oeste, son un vivo ejemplo del abandono vial que afecta a la parroquia Juan de Villegas.
Mientras que en el norte, las comunidades Carorita, Romeral, Sabana Grande, El Cují, Las Veritas y Las Tunas, sufren el mismo pesar. Mientras que en el sur, la rehabilitación de las vías haría falta en el sector Enelbar, donde se comienzan a organizar las nuevas familias del sector.
Huecos, de todos los tamaños, perturban el recorrido de los choferes que viven en el sector o acuden como visitantes.
Es una realidad, aunque lamentable, no difícil de solucionar, siempre que exista disposición de los organismos responsables, además del presupuesto necesario.
Por lo pronto, los habitantes se unen a la petición de la ciudadanía en general: el plan Asfalto Parejo promovido por la Alcaldía de Iribarren.
De contar con calles en buen estado, cambiaría casi por completo la apariencia de las comunidades, en especial, aquellas que son muy amplias y donde se utilizan largos tramos para movilizarse de un sitio a otro. En los alrededores de escuelas, iglesias y ambulatorios, es indispensable que exista una buena vialidad, por tratarse de lugares muy frecuentados por los vecinos.
Fotos: Archivo