Dictamen
Hay muchas maneras de enfocar la elección de este 7 de octubre y sus implicaciones. Es normal que la campaña gire en torno a los temas sociales, los problemas cotidianos de la gente y a la gestión de un gobierno con década y media en el poder. Pero no podemos obviar la más trascendental polarización implícita en la elección presidencial de este año en Venezuela, y es que no es exagerado decir que lo que está en juego realmente es la democracia y las libertades ciudadanas.
Y no es porque lo diga yo, basta saber escuchar lo dicho por el candidato a la reelección y por sus voceros para darnos cuenta que de mantenerse Chávez en la presidencia, ya nada será igual en lo que respecta a la cultura y costumbre democrática venezolana. Lo más fácil de advertir es la muerte de la descentralización que ya se ha venido consumando indirectamente. Los pueblos perderían su derecho a elegir libremente a mandatarios locales que cuenten con los recursos necesarios para atender la problemática de la zona. Si actualmente ya los jefes políticos del PSUV, como Arias Cárdenas y Luis Reyes por ejemplo, cuentan con más recursos públicos que los propios gobernadores electos; imaginemos que pasará en la etapa de la profundización anunciada por Chávez en caso de volver a ganar. El Gobierno Nacional y su partido terminarían de secuestrar el dinero del petróleo para distribuirlo con criterio político y centralizado, en perjuicios de las regiones cada vez más abandonadas en cuanto a servicios públicos, vialidad e infraestructura.
Pero el cambio no se queda ahí y no solo las elecciones regionales quedarían heridas de muerte. La misma elección presidencial, tal y como la conocemos, pudiera eliminarse en un futuro hipotético de mantenerse Chávez en el poder. Ya los voceros del PSUV y el propio Chávez han comenzado a acuñar un término aterrador, calificando la actual contienda democrática como “elecciones burguesas”. ¿Qué quieren decir con eso? ¿Cómo es que las elecciones que están consagradas en la constitución son burguesas? Recordemos que para ellos el adjetivo asociado a la burguesía tiene la peor connotación posible y es la palabra para marcar a su próxima victima. El objetivo de estos revolucionarios es acabar con toda la herencia burguesa, incluyendo entonces las mismas elecciones. Mario Silva ha sido el más sincero y ha explicado que las elecciones venezolanas son un carnaval y un instrumento para manipular al pueblo, una herencia de esa “cuarta república” que habrá que superar en algún momento. Sin embargo, ya todos los voceros, incluyendo al candidato a la reelección, han usado el término de “elecciones burguesas” para referirse a esta contienda, lo que nos lleva a preguntarnos ¿Si estas son elecciones burguesas, entonces cuáles son las elecciones revolucionarias? La respuesta es fácil, las cubanas, donde hay un solo partido y donde el pueblo no tiene derecho a cambiar y está destinado a durar un siglo al mando de una sola elite y familia.
A esto se suman otras declaraciones hechas por Chávez que terminan de esclarecer el punto, como lo de decir que “quien no es chavista no es venezolano”, o “Yo soy el corazón de la patria”, o “ya Chávez no es Chávez, ya Chávez es el pueblo”. Estas sentencias insólitas, deben ser interpretadas con la seriedad del caso. Es el absolutismo propio del comunismo y el fascismo, donde no hay disidencia, ni oposición ni libertades. El silogismo está clarito, si Chávez es el pueblo, entonces ya no hace falta consultar al pueblo, basta con la orden de Chávez quien es el único interprete de las mayorías. Si quien no es chavista no es venezolano, entonces la oposición pasará a ser invasores extranjeros y la mitad de la población sería perseguida por su propio gobierno. Nada de esto es totalmente nuevo y existen antecedentes prácticos que hacen previsible lo dicho aquí, pero cuando se dice directamente en una campaña electoral entonces ya se trata de una amenaza concreta que no debe agarrar a nadie desapercibido. El caso es que lo están diciendo a gritos, esta pudiera ser la última “elección burguesa”, por lo que de no lograrse el cambio ahora, muy probablemente no volvamos a tener una oportunidad de hacerlo por la vía electoral.
Si ya estas elecciones se están dando con ventajismo descarado, secuestro institucional, persecución política, abuso de poder, hegemonía comunicacional y amenaza militar; imaginan ustedes como pudieran ser las próximas en caso de no cambiar de gobierno ahora. Nada garantiza que exista una nueva oportunidad como esta, así que aprovechémosla para rescatar la democracia que es el único sistema donde podemos convivir en paz. Lo otro es Cuba, para decir lo menos. No perdamos el derecho a cambiar, no hipotequemos el futuro de nuestros hijos a la voluntad de un solo hombre, no votemos en contra de la democracia, no la suicidemos.
Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.