Marianela Domínguez, propietaria de una casa en la urbanización Santa Elena, al este de la ciudad, ubicada en la calle 10 con carrera 1, hace quince días decidió podar 12 árboles que se encuentran frente a su domicilio.
Explicó que la intención al podar los árboles era lograr un efecto estético similar al del comercio vecino.
De hecho, del otro lado de la residencia, en la avenida Lara, se encuentra un establecimiento comercial con árboles de figuras ovaladas, a manera de ornato. Esto fue lo que motivó a Domínguez a realizar la modificación. El jardinero a cargo de los trabajos le aconsejó que “si quería adornarlos así, debía cortarlos y esperar su crecimiento”, comentó. Así lo hizo.
Quien le dio la recomendación cortó los doce árboles en el tronco con la promesa de verlos crecer nuevamente y así trabajar mejor en darle la forma deseada.
Esta acción movilizó a un grupo de activistas ambientales denominados Venezuela Verde, quienes desempeñan labores de protección al ecosistema del país. “Hace semanas estábamos observando lo que estaba pasando aquí y decidimos actuar frente a la acción de la tala de árboles”, comentó José Manuel Silva, quien es el director general de esta organización.
Él, junto a tres compañeros del mismo grupo, llegó hasta los alrededores de dicha casa con pancartas que mostraban el rechazo por la acción realizada. “La señora dice que fue poda, pero un corte tan bajo y en el tronco del árbol es tala”, continuó Silva.
Según los activistas, en la actualidad, cualquier acción que se realice en contra de cualquier elemento ambiental debe hacerse con la autorización de los organismos nacionales o municipales, “el Ministerio del Ambiente y Emica, deben responder por estas acciones”, exigió Silva. Mientras tanto, la dueña de la propiedad explicó que su intención no era acabar con los árboles ni hacerles daño sino modificarles el aspecto. “Yo confío en verlos volver a crecer”.
Fotos: Simón A.Orellana