Un niño murió y otros cinco resultaron heridos al explotar una motocicleta-bomba en el suroeste del país, donde en la jornada es esperado el presidente Juan Manuel Santos en medio de reclamos indígenas por una cadena de hostigamientos armados de la guerrilla en esta región.
La motocicleta-bomba estalló aproximadamente a las 5 de la tarde del martes en una remota zona rural del municipio de Argelia, en el departamento de Cauca del suroeste del país.
El niño muerto, de 9 años, y los cinco heridos, de entre 5 y 7 años, estaban en una cancha de fútbol cuando estalló el artefacto dejado a la orilla de la cancha, explicó el miércoles en diálogo telefónico Elio Arada, alcalde de Argelia.
Arada dijo que, según los reportes de las autoridades policiales y militares, la moto-bomba fue dejada por miembros de las rebeldes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
«Necesitamos mucha atención (del gobierno), fuerza pública, pero también para la parte social… siempre hemos sido un municipio cafetero y esos cultivos han sido desplazados por los ilegales», como por ejemplo los sembradíos de coca, materia prima de la cocaína, que el alcalde dijo no poder cuantificar de inmediato.
Arada, quien viajaba hasta Toribío, donde es esperado el presidente, dijo que el ataque de la víspera en su municipio _al igual que los hostigamientos de los últimos días en otras localidades de Cauca_ obedecen a la simple razón de que los grupos ilegales los consideran un corredor clave para su movilidad en zonas del sureste del país, además de transitar con droga y explotar ilegalmente minerales como el oro.
Con la presencia de la fuerza pública en esa misma región lo que se encuentra en disputa es el dominio de esa parte del territorio.
Toribío, localidad de unos 35.000 habitantes _más de 90% de ellos de origen indígena de la etnia Nasa_, está al norte del departamento de Cauca. Argelia se ubica al sur, en un corredor que ha sido objeto de constantes acciones rebeldes como ataques con morteros artesanales y explosivos como un autobús-bomba que estalló en julio del año pasado en Toribío y mató a dos civiles y un policía.
Algunas zonas del norte de Cauca fueron escenario el año pasado de constantes combates y operaciones de la fuerza pública que finalmente desembocaron en el abatimiento el 4 de noviembre de Alfonso Cano, máximo líder de las FARC, en Suárez, un poblado precisamente al norte de ese aquejado departamento.
Desde el viernes pasado y hasta el domingo, Toribío y poblados cercanos fueron nuevamente el blanco de ráfagas de fusil, granadas y morteros artesanales que lanzan desde las colinas que rodean a este poblado miembros de las FARC, según han dicho las autoridades. Los más recientes hostigamientos dejaron en Toribío al menos seis personas heridas.
Ante esas acciones armadas y una mayor presencia de la fuerza pública que busca consolidar el control de la zona, grupos indígenas han reclamado la salida de Toribío y otras localidades de Cauca tanto de la guerrilla como de los militares y la policía, alegando que están cansados de las muertes y daños materiales que deja el conflicto.
El ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón replicó en la jornada que la fuerza pública permanecerá en la zona y, aunque no descartó que haya cambios en la estrategia militar, aseguró que se mantendrá la presión sobre esos grupos ilegales.
«No nos vamos a mover» fuera de Cauca, dijo Pinzón en una entrevista con la radio Caracol. «Tenemos que persistir, precisamente, seguirles quitando esos espacios» territoriales a los ilegales, agregó el ministro antes de partir desde Bogotá para acudir a Toribío junto con el presidente.
«Vamos a seguir profundizando la campaña (de la fuerza pública) y segundo vamos a ver dónde reforzamos» esa presencia, dijo Pinzón.
Voceros indígenas han asegurado que a pesar de que las FARC o el gobierno sigan en la zona, ellos persistirán en sus reclamos pacíficos porque se declaran como una de las mayores víctimas del conflicto armado.