La fama de tímido de Frank Quintero quedó en segundo plano. La invitación fue un verdadero desnudo de pensamientos y una avalancha de carcajadas provocadas por el intérprete culpable de éxitos como Química, Apóyate en mí y muchos otros que aún son coreados por quienes crecieron muy cerca de su arte.
El cantante y compositor que por estos días se alista para una serie de conciertos que han decidido llamar Cuatro décadas de música, precisamente por sus bien vividos 40 años en esta vertiginosa industria, asistió al desayuno – foro de EL IMPULSO, donde resumió su carrera, habló de sus gustos, de su actualidad y de cómo vislumbra su porvenir.
Hijo de un músico. Frank Quintero, por supuesto, creció enriqueciendo sus gustos con una cantidad de intérpretes, aunque en la adolescencia llegaron a sus oídos otros géneros que marcaron al público del momento.
Sin embargo, su padre no quería verlo en el mismo camino, ese que se empeñó en transitar con gran éxito y lo ha llevado a pasar más de la mitad de su vida entre escenarios, aviones, hoteles y el eterno aplauso de sus fieles seguidores y de aquellos que al crecer, terminan enamorándose de esas estrofas que se tararean de generación en generación.
De El Valle a Boston
Frank Quintero nació en El Valle, una populosa parroquia ubicada al sur de Caracas. Su familia se mudó a Santa Mónica y allí pasó su niñez. Luego buscaron techo en Prados del Este y al tiempo en San Bernardino. Pero siempre en la capital del país.
Sus inicios en la música datan de los años 60. Desde entonces tuvo coqueteos con la batería, fue corista de la Onda Nueva de Aldemaro Romero y a menos de un año grabó La dama de la ciudad, un tema que sin duda significó el antes y después de su carrera.
No tardó en buscar su crecimiento profesional. Frank Quintero se mudó a la ciudad de Boston –Estados Unidos- en 1978, año en el cual inició sus estudios de música y producción en el Berklee College Music.
Regresó convertido en el primer venezolano exponente de la música pop que lograba llenar el Poliedro de Caracas y desde entonces se desbordaron los éxitos.
Tecnología y permanencia
La industria musical ha vivido las mieles y el vaivén de la tecnología. Del vinil al cassette, del ca-ssete al CD y de allí a la llegada de pequeños dispositivos de almacenamiento.
“Son cambios que han ido golpeando la industria. La gente se reinventa y luego de darse cuenta de qué se trata el negocio, se independizan, porque el techo de ganancias de la compañía es brutal”, analizó el artista sobre esta transformación.
Pero las líricas sí han quedado en el tiempo. “Las canciones se identifican con la vida cotidiana de cada quien; entonces se convierten en temas autobiográficos que hacen recordar ciertos momentos de la vida y se inmortalizan”, dijo al mismo tiempo que rememoró en su comentario temas como Para vivir de Pablo Milanés, Y cómo es él de José Luis Perales y Ya no estás aquí, de Guillermo Carrasco.
El mejor oficio
Diez años tardó Frank Quintero entre su penúltimo disco y la llegada de Guerreros de luz, su más reciente producción.
-Pero, ¿qué estuvo haciendo durante una década?
-Estuve dedicado a mis hijos Sebastián y Nicolás.
-¿Qué es la paternidad?
-Es el mejor trabajo del mundo. Los dos tienen personalidades totalmente opuestas.
-¿Han sido musas en su carrera?
-Sí. Con Sebastián hice Canciones para mis pequeños amigos. Y ahora para Nicolás Nanas con Gaélica, que va a salir pronto.
Las dos caras de la moneda
El intérprete de La chica de los 80 fijó residencia de nuevo en Estados Unidos hace algunos años, aunque Venezuela siempre es destino frecuente en su vida. Sale de una dimensión y entra en otra. Así va su agenda.
-¿Cómo se vive teniendo dos realidades?
-Yo disfruto mucho. En Miami es igual que aquí: la gente quiere un autógrafo, una foto, y hay que hacerlo; uno no puede negarse a lo que es. Aunque el anonimato es algo buenísimo, pero la realidad es que a veces también nos hace falta el calor de la gente, no el aplauso del ego y el divismo, sino esa calidez que es imprescindible para uno. Allá (en Estados Unidos) disfruto de otras cosas, pero el cordón umbilical es difícil de romper.
-¿Qué es lo que más extraña de Venezuela?
-La gente, el público, ese que te ve y no dice nada, ese que te ve y quiere una foto contigo y aquel que te encuentra y te quiere contar su vida.
-¿Qué significa viajar?
-Conocer. Me encanta ir a sitios que no conozco. Recién estuve en Toronto y me pasó algo buenísimo: apenas me paraba en una esquina y abría el mapa, la gente me preguntaba a dónde iba, me explicaban la dirección y hasta me acompañaban hasta los lugares.
Un paseo por la música…
Frank Quintero consideró que toda expresión musical es buena, por lo cual no critica géneros como el reggaetón, aunque no se compraría un disco de alguno de estos exponentes. “Calle 13 hace cosas buenísimas, también hay mezclas de merengue con tecno vallenato que suenan muy bien (…) a mí no me gustaban las rancheras y una amiga me llevó a México a ver un mariachi y me encantó, porque los sonidos ejecutados por sus verdaderos intérpretes merecen la pena”, expresó.
El cantante aseguró escuchar todo tipo de música y halagó el trabajo de Juan Luis Guerra. “Escribe muy bien, es un cantautor increíble y sus arreglos para orquesta son geniales. Él se llevó el merengue para todos lados”, dijo.
Un mañana tranquila
A Frank Quintero se le preguntó qué le falta por hacer, y sin pensarlo respondió: “Primero, no quisiera hacer esto por mucho más tiempo”, refiriéndose a ese arte que lo ha llevado por los escenarios durante cuatro décadas.
“Es un trabajo agotador, no quisiera hacerlo más como profesión sino por diversión. Me veo a futuro disfrutando una vida tranquila, porque amo lo que hago, pero es estresante”, aseguró.
Pero además de un futuro descansado, expresó sus ganas de consolidar un proyecto capaz de unir en disco en vivo a un bajista en Alemania, un violinista en Japón, un guitarrista en Brasil y un guitarrista en Venezuela. La idea sería aprovechar la tecnología y tocar a la misma hora desde los diferentes países para grabar el material.
“La buena noticia para las nuevas generaciones es esa informática digital que con apenas apretar un botón te ayuda a estar en el mundo entero. Hay que aprovecharse de eso, de las redes sociales para darse a conocer e innovar, para lograr una identidad”, reflexionó el artista sobre el papel que deben asumir los jóvenes músicos de Venezuela, quienes tienen la responsabilidad de refrescar lo “hecho en casa”.
Fotos: Billy Castro