Si algo me impresionó de esta reciente justa futbolística de la Copa Europa, es la comprobación de cómo inventos, prácticas y actividades se permean de un pueblo a otros, es decir, se universalizan y lo que antes nos parecía característico de un país, de una cultura, ya no lo es.
Según tengo entendido, el fútbol es un deporte que nació hace siglos en las Islas Británicas, entonces sería algo completamente sajón. Hoy es univer- sal. Es más, está comprobado que no hay deporte más planetario que el fútbol, ni con tal seguimiento de fanáticos en toda la Tierra. Falta saber si ha alcanzado a las estrellas también y quién sabe si los marcianos estarían pendientes de lo que en estos días estaba pasando en Ucrania.
Acabo de escribir “alcanzado a las estrellas” y caigo en la cuenta de que las estrellas las tenemos aquí: Leonel Messi, Cristiano Ronaldo, Iker Ca- silla y ahora una singular estrella negra aunque italiana, Mario Balotelli, in- felizmente opacado al final, el 1º de julio. Y tantos otros largo de enumerar ahora. Cuanto brillan cuanto cobran, porque al fútbol como a otros deportes los posee un mercantilismo atroz. Lástima, porque cuando uno ve esa com- pra y venta de jugadores como cosas, añora el deporte amateur. En éste se siente más la presencia de la dignidad humana.
Pero volvamos al tema: la universalidad del fútbol en este momento histó- rico ha adquirido una nueva identidad, pues ha pasado del mundo sajón al mundo latino. No hay duda de que la presencia iberoamericano ha sido fundamental para este giro. Cuando Argentina, Brasil y Uruguay emergen en el panorama del fútbol, ganan copas mundiales y luego sus jugadores van a reforzar los equipos europeos, se produce la transformación. Los países latinos europeos, como España, Italia y Francia, reciben una suerte de savia nueva de su misma cepa y crecen. España es un caso especialí- simo, dejó su fiesta brava nacional y se volcó en el fútbol. Ahora se llenan más los estadios que las plazas de toros.
En esta Copa Europa de 2012, de los cuatro equipos semifinalistas, tres eran de países latinos. Sólo Alemania salvó el honor teutón, pero no por mucho tiempo: Italia le quitó el pase a la final. Bueno, más bien Ghana, porque el autor de los dos goles que fusilaron sus aspiraciones fue Mario Balotelli, ghanés adoptado por familia italiana. Hitler se revolvería en su tumba. El atleta negro estadounidense Jesse Owens, en las Olimpiadas de 1936 en Berlín, ganó 4 medallas de oro, fue declarado el mejor de esas jornadas y así le rompió al Führer el mito del superhombre blanco, lo cual hizo que abandonara la tribuna furibundo sin asistir a la premiación. La his- toria se repite.
El triunfo definitivo español ante una deslucida actuación de los italianos, no fue épico. Para mí el gran partido fue ibero: España-Portugal. Algo aluci- nante, ambos equipos de quien a quien, cualquiera podía y merecía ganar. 120 minutos de un cero a cero heroico. La resolución injusta, pero necesa- ria, por penales, le dio el pase a España y la Madre Patria repitió su gesta. Dos títulos europeos y uno mundial en 4 años. ¡Bravo!
Una nota emotiva.
Transitaba yo por este tema del fútbol cuando me llegó la noticia de la muerte de Enrique Pérez Olivares. De su liberación, porque llevaba varios años en tinieblas psíquicas y ahora, gracias a Dios, en la eternidad se ha vuelto a encontrar a sí mismo. Hombre brillante, de gran figuración política, aportó a esta disciplina lucidez y creatividad a través de todos los cargos que ejerció. Nunca fue protagonista de luchas mezquinas sino puntal para poner en marcha ideales de justicia, educación y cultura. Le debo mucho al Dr. Pérez Olivares. Me sacó de la mediocridad de un cargo de dirección de cultura en una universidad privada y me llevó, cuando lo nombraron Gobernador de Caracas en 1979, a la Dirección General de Cultura de la Gobernación del Distrito Federal y a la presidencia de Fundarte. Me hizo alguien. Tengo el corazón dolido, pero comprendo que debo estar alegre: Enrique se ha desprendido de unas ataduras que lo mantenían inactivo, inútil y perdido en su oscuridad mental. Ahora goza de la plenitud de la Luz.