Para recordar: “Jesús respondió: Mirad que nadie os engañe”. (Mateo 24:4)
No somos jueces de nadie. No podemos afirmar quién lo hace bien o quien lo hace mal. Pero, las preguntas de una encuesta, son el retrato hablado de las intenciones que tienen los expertos, los gerentes o los dueños de las encuestadoras.
Es un tema, que se hace notorio por las elecciones presidenciales del 7 de Octubre de este año. Sin embargo, algunas encuestadoras últimamente, han sido cuestionadas por el porcentaje muy ventajoso o, en algunos casos, declaran empates técnicos, generando diversas opiniones y, ¿por qué no dan los mismos resultados? ¿Será que no toman en cuenta, que las encuestas son como la lluvia, que producen efectos distintos dependiendo donde llueve?
Hace poco, hablamos de las pregunta balanceadas, neutrales, equilibrada y, aunque el término balanceado, en este ambiente es poco usado, nos enfocamos hacia el equilibrio, lo equitativo y decoroso. Hay un dicho popular que pudiera ajustarse a las encuestadoras engañosas, y concuerda que algunos: “Se dejan ver las medias” por las preguntas que hacen.
Hay expertos que saben tanto de encuestas, que parecieran forzar las respuestas obtenidas. En tal sentido, hace poco escuchamos el resultado de una pregunta, mostrado en una televisora: 60% cree que el candidato “X” lo puede hacer; el 30% afirma que el candidato “Y” puede hacerlo y el 10% se abstuvo de contestar.
Al interpretar los datos, señalan que el candidato “X”, le lleva 30 puntos al candidato “Y”, y para el colmo comentaron: “El resultado mostró el gran apoyo que el pueblo tiene por tal candidato que lleva más puntos. (Los que no contestaron, por su puesto, no se sabe de qué lado están).
No es fácil, sobre este tema, forjarnos criterios para saber si engañan las encuestadoras. Pero humildemente, nos atrevemos a dar una sugerencia (solución) para tratar de contestar esta pregunta: Unamos a varias encuestadoras; que encuesten los mismos días y en el mismo sitio; con idénticas preguntas y ¿qué resultados obtendremos? Tal vez similares conclusiones. No es lo igual encuestar en el este, que el oeste; o en una zona urbana que en una rural.
Es probable, que no todas las encuestadoras quieran andar engañando, pero la mayoría deberían mostrar cómo llegaron a los resultados; que el lector u oyente sepa a cuantos encuestaron; cuántos contestaron; en qué estrato social se hizo la encuesta; preguntas concretas; resaltar los que no contestaron por miedos a represalias; no acomodar datos; no inducir preguntas. En fin, hay personas que se dejan engañar (somos tan fácil de ser engañados) y repiten deducciones de las encuestadoras, porque algunos solo miran los resultados y no como llegaron a ello.
Bien dijo Jesucristo: “Mirad que nadie os engañe”. Claro está, Jesús hablaba que no nos dejemos engañar, para este tiempo, cuando alguien nos diga que es Cristo; que no nos engañen con asuntos tergiversados de la Biblia; doctrinas mal interpretadas, profecías, fechas de su regreso, entre otros aspectos.
Es más, Jesús nos preparó para que nadie hable como si fuera Él y lo metan en asuntos políticos (esto nunca ha sido nuestra intención). Aunque ayer y hoy, la política ha estado presente, no fue, o es el objetivo de Jesús, en su Primera y Segunda Venida. Y Cristo, nunca se metió en la política, pero no evadió el tema, y supo responder sabiamente al respecto cuando señaló: “Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios” (Mateo 22:21).
Como decíamos, ser engañados pareciera fácil, y no es algo nuevo. Moisés dijo: “…ninguno engañe a su hermano… o a su prójimo.” (Levítico 25:14,17). Tal vez por ello, Jesús dijo que se levantarían “falsos cristos… para engañar, si fuera posible, aun a los elegidos” (Mateo 24:24).
Quizá, lo que sucede con las encuestas, se asemejan al lo ocurre con el evangelio y la Biblia. El apóstol Pablo nos recuerda: “Nadie os engañe con palabras vanas…” (Efesios 5:6); “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y vanas sutilezas, según la tradición de los hombres, conforme a los elementos del mundo, y no según Cristo.” (Colosenses 2:8).
Si tenemos claridad y fe en Dios, es más difícil que alguien nos pueda engañar, en cualquier aspecto de nuestra vida.
