“Aquí nos falta de todo, nadie se acuerda de nosotros, como si no existiéramos para los que están en el gobierno”.
Muy claro lo dijo Marco Antonio Araujo, uno de los habitantes de Boro Cujizal, parroquia Bolívar del municipio Morán, un caserío que depende de la cría de ganado caprino y de la agricultura.
Para comenzar, afirma, necesitamos agua, a pesar de que tenemos un acueducto, pero no la podemos beber porque es salada, y además del mal sabor provoca enfermedades.
¿Y no les mandan cisternas?
Nada de eso, responde. Le mandan solamente a algunos pocos, los privilegiados, pero la mayoría tenemos que seguir pasando sed, o irnos al río a traer agua en tobos y ponerla a hervir para poder beberla.
Pero en Boro Cujizal no sólo les falta agua pues nunca han tenido calles, apenas unos caminos que nunca han recibido una capa de asfalto.
En materia de salud tampoco están bien las familias, a pesar de que tienen un dispensario.
“Tenemos dispensario con médico y enfermera, pero no hay medicinas para que ellos nos atiendan”, dice Rosalvia Mendoza, otra habitante.
Abogó también por la remodelación del único parque de recreación del cual disponen los niños del poblado para entretenerse.
Actualmente sólo disponen de unos viejos columpios y un tobogán y esperan de la alcaldía de Morán les dote de otros juegos.
Igualmente están esperando el techado para la cancha deportiva pues actualmente los niños y adolescentes deben hacer educación física bajo el sol o la lluvia.
En Boro Cujizal también necesitan fuentes de trabajo pues la mayoría de sus habitantes masculinos dependía de la caña de azúcar para llevar el sustento a sus familias, pero con los problemas que ha tenido el central de El Tocuyo se han quedado sin trabajo.
Por otra parte, Marco Antonio Araujo envió un mensaje a la gente de Corpoelec para que hagan algo y terminen con los apagones que tantos problemas les causan, sobre todo por los daños que provocan a los pocos equipos domésticos de que disponen en sus hogares.
Fotos: Luis Salazar
