Ricardo Arjona en Barquisimeto, lírica masculina que seduce

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Con un escenario de cuatro ambientes, exhibidos de forma rotativa, la noche del pasado sábado 7 de julio, el exitoso cantautor guatemalteco Ricardo Arjona presentó en la tierra crepuscular su Metamorfosis World Tour, una atractiva muestra  artística y escenográfica de esa evolución sufrida por el cantante, luego de su separación con su antigua disquera y aventurado camino por el medio, ahora como independiente.

Desde tempranas horas de la tarde, los espacios del Complejo Ferial Bicentenario se apreciaban repletos de personas, ansiosas por  presenciar uno de los show más comentados y taquilleros del continente en este 2012.

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Pero la espera fue corta. A las 9:20 de la noche, entre nerviosismo, euforia y sentimiento, hombres y mujeres, percibieron singulares sonidos de ambientación natural,  con los que se encendieron penetrantes luces en tonalidades rojizas, con las cuales se vino al suelo una extendida tela color blanco y se apreció la imponente tramoya de dos niveles de Metamorfosis.

Las miradas fanáticas buscaban en cada rincón la figura del cantante de 48 años de edad, pero ni siquiera su voz se apreciaba en el ambiente.

Se escuchan los acordes de un perceptivo saxofón y de inmediato el público se estremece. Sus melodías jugaban en sintonía con tres pantallas dispuestas en escena y en las cuales se apreciaban imágenes de diversos programas,  videos políticos y series de televisión, hasta sintonizar una especie de noticiario en el que la conductora señaló   que “la cosa está cabrona”.

Aparecen otros músicos en escena y suena un popurrí de temas como Vida.

Súbitamente se abren las puertas de lo que en el segundo piso parecía un librero y de allí sale  Ricardo Arjona y entona la frase “Yo fui un hombre con juicio, yo voté y me resigné”, con la cual el público se estremeció y de inmediato lo acompañó con el tema Lo que está bien está mal.

Las luces se hacían más tenues y la complicidad se avivaba. El músico tomó su guitarra y cantó la letra de ese Animal nocturno que conquista mujeres en cada esquina. Hay amores y Desnuda  le continuaron a la referida pieza.

Tras cinco temas compartidos  Ricardo hace un paréntesis en su show y se toma algunos minutos para dar la bienvenida.

Con un giro de 180º

De esa escena que figuraba un apartamento, con habitación, libros, sillas y sofá, no se vio más nada. Con un giro de 180º, y mientras el guatemalteco dialogaba con sus fans y les invitaba a sacarse la ‘espinita’ de no haber compartido concierto por tres o cuatro años, aparecía una nueva escenografía y el repertorio tomaba otro rumbo.

Acto seguido, y ahora en un escenario inspirado en un viejo teatro romano, invitó a los presentes a sumarse a su discurso poético con Acompáñame a estar solo. Como si quisiera expresar esa soledad que lo aleja del pasado, se sentó en uno de los costados del escenario y entonó la letra con su ya conocido  romanticismo.

A fin de propiciar un contacto cercano con su público, comenzó a hablar de esas mujeres que siempre están arregladas, listas, a la espera de ese amor que nunca llega, desesperadas por encontrar ese hombre, a quien luego le harán responsable de su felicidad y tristeza. “Sálvese primero usted y luego ayude a los demás… Sería algo así como: antes de salir a la calle a buscar a alguien que lo quiera, quiérase un poquito usted”.

De esas complicaciones Arjona extrae una larga lista de ideas para definir este fenómeno sentimental y armoniza la letra El amor, que lo define como un acto profundo de fe que huele a mentira.

Como detalle curioso de la escenografía presenta un organillo, instrumento propio de su país. Comentó que su  adhesión a la gira es parte de un capricho, por querer recordar a ese ser especial en el que se inspiró para escribir Mi novia.

 

El bar de las historias

De nuevo el escenario sufre una Metamorfosis y se convierte en un bar. Mismo lugar en el que interpreta Taxi. Los presentes coreaban la letra con dejos jazzísticos, mientras el artista jugaba coquetamente en escena con la corista.

A la pieza le siguieron otras como Dime que no, Cuándo, A ti y Cómo duele, esta última interpretada con una mesura inigualable.

Luego  comienza a leer las pancartas de su público. Algunas de las cuales rezaban: “Fuiste tú el que me robó el corazón”, “no busques más”, “cásate conmigo” y “soy un hombre  y no me importa subir a cantar”.

Pero entre los rostros femeninos y esos escritos él buscaba a su señora de las cuatro décadas, a quien haría subir al escenario. Entona las primeras frases de la canción y recibe como todo un caballero a Rita, dama del público a quien le dedica el tema. Ella lo abraza con furor y le habla de su hija, que también es su fan y se encuentra en el público.

Espectacular escena

El arte circense viste por cuarta vez el escenario y en esta ocasión el artista se pregunta, por qué las parejas de novio, en el momento más feliz de su relación deciden casarse, olvidando la frase: hasta que la muerte los separe. A lo que concluye que “solo hay dos soluciones para los problemas del amor: usted acepta a su pareja tal y como es o hace maletas una noche y se larga. Lo cierto es que todos los días del mundo las personas aprenden a vivir, con problemas, pero contentos en el nombre de la sociedad”. Con estas palabras introdujo el tema Reconciliación, fusionado con la canción Sin daños a terceros.

 

Espectáculo de alta factura

Con cada segundo el montaje mostraba un nuevo rostro, mientras el músico presentaba temas como Fuiste tú, el cual compartió con su corista de excelentes melismas.

Te conozco  y Te quiero, sirvieron de antesala para uno de sus más queridos temas, Si el norte fuera el sur, en el que la guitarra eléctrica y la batería, acompañados del aparato sinfónico, brindaron a los presentes una sentida versión del tema. Las banderas de América Latina se apreciaban en las tres pantallas y globos de colores emergieron entre público.

Con una iluminación cenital, que brindaba romanticismo a la escena, abordó el piano y cantó El problema. De nuevo las sinfonías del bajo, chello y violines, arroparon a los presentes.

El artista se despediría con la letra Minutos, pero el público pedía a gritos otro tema.

Para complacer a su fanaticada, el guatemalteco regresó con un nuevo vestuario, más fresco, e interpretó Mujeres.

El mismo saxofón que dio la bienvenida al show, despidió a los presentes, hasta un nuevo espectáculo.

 

Fotos: Emanuele Sorge

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