Tener un familiar hospitalizado genera angustia, no sólo por la enfermedad, sino por el deseo innato de mantenerle en un sitio donde le ofrezcan los medios para superar el trastorno y volver a su vida normal, bien sea en su hogar y trabajo.
El Hospital Central Universitario Antonio María Pineda es el centro de salud más visitado de toda la región centroccidental, con un servicio de emergencia que cuenta con 22 camas para hombres y 6 extras; 15 en el área de mujeres y 3 extras; sumado a las 4 de trauma-shock que tienen ventiladores mecánicos, y los 20 cubículos para atención primaria, los cuales permanecen repletos a diario con al menos 80% de pacientes hospitalizados.
“Los cubículos de triaje están diseñados para las consultas de la emergencia, sin embargo, funcionan como otras 20 camas de observación”, estableció Carla Izarra, jefa de residentes del Antonio María Pineda.
María Lara tiene a su familiar hospitalizado por cirrosis hepática, que le generó una descompensación y posterior estado de coma.
“No nos dejan pasar, cuando entramos sólo podemos estar 10 minutos para asearlos, pero cuesta para que nos entreguen el pase de entrada. Allí adentro hasta mueren personas y ni los médicos o enfermeras se dan cuenta sino hasta que el familiar entra”, contó Lara.
Debido al déficit del personal de enfermería, los familiares de los pacientes tienen que limpiarlos, darles las medicinas y también comprar los insumos médicos que les soliciten para poder brindarle una mejor atención dentro del principal centro de salud.
“Si ellos no están pendientes y no los limpian, entonces que nos dejen pasar”, dijo Lara, quien indicó que durante dos días de hospitalización en la emergencia les han solicitado laxantes, guantes, sondas y exámenes de laboratorio.
Izarra pidió comprensión a los familiares, porque el servicio de emergencia es un área de choque, donde atienden pacientes politraumatizados o graves por cualquier trastorno, y para poder hacer procedimientos de urgencia y mantener el orden adentro se debe limitar el acceso de las personas.
“La emergencia no es para tener pacientes hospitalizados, sin embargo, mientras se desocupa una cama en el servicio de hombres y mujeres permanecen allí, mientras continúan llegando personas que deben ser atendidas con la misma rapidez”, estableció Izarra.
Lentitud en atención
Los familiares de los pacientes indicaron que los exámenes de laboratorio se los realizan en el mismo Hospital Central, pero deben esperar y estar detrás del personal de salud para que tomen la muestra y luego entreguen los resultados. Igual situación ocurre cuando ameritan una transfusión, pues pasan los días y no les ofrecen respuestas sobre las bolsas de sangre que deben ser colocadas al paciente.
“Hace tres días pidieron el plasma al Banco de Sangre, y hasta ahora no han traído nada”, dijo Josefa Pineda.
Por su parte, Dominga Silva, expresó que el trato ha estado muy bien por parte de todo el personal de salud y no les han pedido ningún tipo de medicamento o insumo médico.
“Mi hijo tiene una obstrucción intestinal y ya está mejorando”, indicó Silva.
Por su parte, Angélica Arroyo se quejó de la falta de humanidad de los porteros de la emergencia y de la atención en la Sala de Espera donde entregan los pases para la visita al familiar.
“Mi hermano está quemado, fue ingresado a las 5:00 de la madrugada del sábado, y eran las 9:00 y aún no me dejaban entrar con el líquido que debe tomar por su condición. Me dicen que me espere y mientras tanto él requiere ser hidratado, y si yo no lo hago nadie allá adentro lo hace”, denunció Arroyo.
Kimberlin Infante y el resto de sus familiares también cuentan la misma angustia, porque su abuelo no se puede mover y sin embargo cada cuatro o seis horas es que entregan un solo pase.
“Debemos entrar dos para poder cambiarlo y limpiarlo, una sola no puede cargarlo y hacerle el aseo, sin embargo ellos no lo entienden. ”, se quejó Infante.
Fotos: Simón Alberto Orellana
