Como el ex presidente brasileño, todos quieren sentarse a almorzar con la derecha y cenar con la izquierda. Ser socios comerciales de Estados Unidos y también de China. Lograr crecimiento económico, pero sin descuidar la inclusión social.
La enorme popularidad y carisma de Luis Inácio Lula da Silva, y el logro de haber arrancado de la pobreza a 28 millones de sus compatriotas, está siendo aprovechado por publicistas del gigante sudamericano, quienes trabajan vistiendo con el traje del ‘lulismo’ a los candidatos presidenciales de América Latina.
Perú, El Salvador, República Dominicana y ahora Venezuela son testigos de su obra
Conscientes de que las presidenciales del 7 de octubre asoman como los comicios más desafiantes del siglo XXI en el país caribeño, el oficialismo y la oposición han contratado los servicios de la boyante industria brasileña del marketing político.
El prestigioso João Santana, de 59 años, ancló en el equipo de campaña del presidente Hugo Chávez hace unos meses, mientras que la dupla de Renato Pereira y Francisco ‘Chico’ Mendez trabaja codo a codo con el opositor Henrique Capriles desde principios de año.
El reto no es sencillo. Santana -quien asesoró a Lula y Dilma Rousseff entre otros mandatarios latinoamericanos- tiene que suavizar el discurso radical de Chávez que genera anticuerpos en hasta un tercio de los venezolanos que, según algunas encuestas, aún no decidieron su voto.
Reconocido por haber maquillado el pasado radical del presidente salvadoreño, Mauricio Funes, y de Lula, Santana pasa sus días entre Brasil, Venezuela y Angola, donde trabaja para las elecciones presidenciales de agosto.
Por su parte, la joven dupla de Pereira y Mendez -que enfrentan su primera asesoría a un candidato presidencial- intentará alejar a Capriles de los miembros más derechistas de su entorno, que recuerdan a los votantes los peores vicios de la clase política venezolana.
«Lo que estamos viendo es la primera avanzada fuerte, contundente, variada (de los asesores brasileños en Latinoamérica)», dijo a Reuters el estratega político venezolano Juan José Rendón, quien acaba de ayudar al PRI a volver al poder en México.
«Antes tenían uno solo que era Duda Mendonça», agregó refiriéndose al brasileño que dirige la firma Duda propaganda y quien cuenta con más de 60 campañas en su haber.
HUGUINHO, ¿PAZ Y AMOR?
En el 2002, Lula enfrentaba su cuarta campaña presidencial y para cambiar su imagen de sindicalista radical recortó su barba, se puso traje y corbata, sonrió y moderó su discurso. La estrategia le dio resultado y se convirtió en el primer presidente de origen obrero de Brasil.
Aquel cambio fue obra de Mendonça, uno de los mayores publicistas del gigante sudamericano, quien lanzó el slogan «Lulinha, paz y amor» con el que el ex sindicalista archivó su pasado y allanó el camino que lo llevó a la presidencia.
Algo similar intenta Santana -quien trabajó junto a Mendonça- con Chávez.
El reto de ‘lulificar’ al militar retirado empezó por quitarle el uniforme verde olivo y limitar sus comentarios sobre geopolítica a decir -como desde hace unos meses atrás- que su «nuevo mejor amigo» es el presidente colombiano, el derechista Juan Manuel Santos.
«El objetivo es una imagen más conciliadora. Dejar atrás el tono radical y las lagunas comunicacionales», dijo a Reuters uno de los miembros brasileños del equipo de campaña de Chávez, quien prefirió el anonimato por no estar autorizado a hacer declaraciones.
Pero en el vocabulario de Chávez, acostumbrado a hablar por horas a pesar de que batalla desde hace un año contra el cáncer, los insultos no se escatiman y las amenazas a las empresas privadas están a flor de piel.
Ante ese radicalismo, la estrategia comunicacional ha sido desviar cuidadosamente el discurso hacia el plano emocional. En ese campo, las críticas contra Chávez disminuyen por su conexión cuasi religiosa con la gran masa pobre del país.
Sabedores de ello, los brasileños han puesto a rodar el slogan «corazón venezolano» que ahora acompaña todos los spots del Gobierno y adorna los subsidios que reciben los pobladores gracias a los enormes ingresos petroleros que reparte el candidato-presidente.
«Enfatizaremos la relación del pueblo con el Chávez humano. El que ha dado, y sigue dando, su vida por el país», agregó la fuente. Y Chávez ya lo ha dicho: «Me consumiré al servicio del pueblo y, sobre todo, del sufriente y más necesitado».
El mensaje, un espejo del «Lulinha, paz y amor», apela a la emotividad -azuzada por su enfermedad- y subraya el amor, algo tan universal como abstracto y a lo que es imposible oponerse.
Mientras Chávez dice «íLos amo!» a las multitudes que claman su nombre y una propaganda -de puño y letra de Santana- reza que el comandante «está en todas las casas» y que «no tiene permiso para irse» http://link.reuters.com/zus29s , Capriles grita, a voz en cuello, que quiere «entrar en el corazón de todos los venezolanos».
¿EFECTO REAL?
Para algunos analistas políticos, el marketing no va a cambiar el panorama electoral en Venezuela, donde la mayoría de las encuestas dan a Chávez una ventaja de dos dígitos porcentuales.
«Hoy, en Venezuela, el marketing político no produce ningún resultado porque para un sector importante de la sociedad venezolana lo que está en juego son elementos de carácter más ideológico, que no se pueden cambiar con un bonito slogan o propaganda», dijo a Reuters el director de la encuestadora Consultores 30.11, Germán Campos.
Sin embargo, la experiencia demuestra que los asesores brasileños sí han logrado buenos resultados.
En su primera elección en Perú, Ollanta Humala perdió mayormente por sus cercanas relaciones con Chávez. Para acceder a la presidencia tuvo que desmarcarse del venezolano y el año pasado logró el triunfo de la mano de asesores del brasileño Partido de los Trabajadores (PT).
Lo mismo sucedió con Mauricio Funes en El Salvador: la moderación -marca de fábrica de Lula- y la acertada guía de Santana, lo llevaron al poder en el 2009 representando a la antigua organización guerrillera Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
Santana, conocido como «el fabricante de presidentes», logró la reelección de Lula en el 2006 y hace dos años, con el plácet del ex presidente brasileño, posicionó a Rousseff como la primera mujer presidenta de Brasil, pese a que la entonces jefa de gabinete nunca se había candidateado para un puesto público.
En la campaña hacia el palacio de Planalto, a Rousseff le bastó con decir que continuaría los logros de Lula, pero «con alma y corazón de mujer».
CAPRILES, A LA IZQUIERDA DE LA DERECHA
Lula, lejos del populismo y las cámaras, basó su extraordinario apoyo en un gran aumento del empleo y de los salarios públicos, así como de las transferencias sociales y los créditos que le dieron a los brasileños en la pobreza acceso a electrodomésticos, computadores, motos, autos y viviendas.
Consciente de ese poderoso imán con las clases populares, Capriles se ha declarado seguidor del brasileño y, en su gestión como gobernador del segundo estado más poblado del país, trató de imitarlo dedicando gran parte de su presupuesto a educación y ayudando a los más necesitados con microcréditos para crear negocios o levantar sus casas.