504 años dependiendo

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“Es una vergüenza pretender celebrar el día de la independencia proyectando en otros responsabilidades que nos corresponden” Benjamín Scharifker

Y vergonzoso el acto para “celebrar” la mayor dependencia que jamás hayamos vivido. Porque entre 1498 y 1811 fuimos colonia y nos trataron como colonia, hasta que en 1810 un grupo de valientes mantuanos se propuso acabar con el yugo y logró cortarlo tras años de cruenta guerra civil.

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Pero a decir verdad, la Independencia no nos sirvió de mucho: siempre hemos dependido de alguien. Entre 1819 y 1830 dependimos de Bogotá, más para lo malo que para lo bueno. Nos mandaba Santander y pagábamos la deuda de toda la Gran Colombia. Razón tuvo Páez en separarse. Entre 1830 y 1922 dependimos de las veleidades y corruptelas de caudillos, caudillotes y caudillejos y de lo poco que producían el café y el cacao. Entre 1922 y 1975 dependimos de las trasnacionales petroleras. No teníamos alternativa, no estábamos preparados para explotar nosotros mismos nuestro petróleo. Entre 1975 y 2002 dependimos de los precios internacionales del petróleo. Desde 1999 dependemos de Cuba. De lo que piense Fidel, de lo que quiera Fidel, de lo que ordene Fidel. Ahora también de Rusia, Bielorrusia, Irán, Brasil, Argentina… Nos mandan naves medio chimbas, casas precarias y carne sin control sanitario. Pero qué chévere, ¡somos independientes! Hoy, en 2012, dependemos de China hasta en la manera de caminar.

¡Tremenda independencia! Cuando hemos tenido más recursos para habernos sacudido todas las subordinaciones y sumisiones,  optamos por sacar a relucir todos nuestros complejos y nos entregamos a nuevos yugos.

¿Qué “independencia” celebramos hoy?

¿Celebramos que luego de haber sido un país con una democracia sólida hoy nos consume una autocracia totalitarista, que se rinde ante el gobierno cubano y los hermanos Castro Ruz, mientras clama “soberanía”?

¿Celebramos que dependemos más que nunca de las importaciones porque nuestros campos han sido diezmados por una Ley de Tierras arbitraria, injusta, que invade propiedades en plena producción para que los invasores tarifados las destrocen? ¿Celebramos que rubros que antes producíamos -y con los que satisfacíamos las demandas nacionales- ya no podemos hacerlo? ¿Celebramos que se pudran toneladas de comida importada, porque como tenemos “real” no importa, “papá gobierno” paga? ¡Independencia alimentaria, jajajaja!

¿Celebramos que somos “libres” cuando nuestra libertad es una quimera? ¿Somos libres cuando vivimos encerrados en nuestras propias casas? ¿Somos libres cuando nos imponemos un toque de queda por la inseguridad que hay en todas partes?

¿Celebramos libertad de pensamiento y expresión cuando se nos ha dicho muy claramente que “quien no es chavista no es venezolano”? ¿Hay libertad de expresión cuando hay presos políticos y exilados por decir lo que piensan? ¿De qué libertad estamos hablando?

¿Qué celebramos cuando en vez de enseñar más en las escuelas se retiran materias del pensum? ¿Celebramos la esclavitud que significa la masificación de la ignorancia?

La “patria socialista” es una patria sometida, sojuzgada, entregada. Reprime opositores, domina aliados. Compra voluntades, lealtades, conciencias. Habla de soberanía y con la mayor impudicia se entrega a unos e irrumpe en la soberanía de otros.

Una amiga me comentaba que los hondureños pudieron salir del vaquero y los paraguayos del cura. Salieron porque son países que no tienen recursos y no les queda otra alternativa que salir de quien no les cumple o no les sirve. Nosotros no: dependemos más que nunca de las limosnas del gobierno.

«Hoy más que nunca debemos decir con absoluta entrega ‘independencia y patria socialista’”, dijo Nicolás Maduro en su discurso de orden. Creo que sus palabras estuvieron en desorden. Debía haber dicho “Hoy más que nunca debemos decir con absoluta independencia ‘entrega y patria socialista’”.

“Estamos concretando el sueño del Libertador”. No, señor Canciller. Quien le escribió el discurso debe saber que ustedes han concretado su peor pesadilla.

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