Planteamientos: 7 octubre: ¿Cómo administrar las emociones?

“¡Triste época la nuestra! Es más fácil
desintegrar un átomo que un prejuicio”.
Albert Einstein.
En “Ensayo sobre la lucidez”, el escritor brasileño José Saramago, recrea un proceso electoral en una ciudad sin nombre donde los electores en un 70% deciden votar en blanco, como expresión de un “voto castigo” ante un gobierno degenerado y rechazo consciente a candidatos sin ofertas programáticas o propuestas no creíbles. Tras una nueva elección dicho porcentaje crece e igualmente la angustia de los gobernantes, ante el fracaso de la manipulación de los ciudadanos, en un ambiente político, hipotéticamente, de extrema deslegitimación, crisis política y de efervescencia de las emociones.
En el caso nuestro, la realidad confirma la relación decisiones – sentimientos más allá del orden enteramente racional bajo el cual tradicionalmente se le confinó y el ámbito político es especialmente ilustrativo de cuanto acontece global e históricamente, desde que se adoptó el sistema democrático como soporte del Estado moderno.
A toda costa, y en la medida en la cual asistimos al reforzamiento de la campaña electoral con más razón, es posible que nos aproximemos a una situación-problema en la cual el riesgo implícito en el desborde de las pasiones, con las consecuencias individuales y colectivas que en términos negativos pudieran generarse, incluyendo episodios trágicos que un mea culpa oficial o privado no puede borrar del imaginario familiar venezolano. La advertencia como tal no aparece ni como pequeña insinuación o sugerencia, a la manera de la letra contractual, en el mercadeo electoral.
En el marco de la asignatura Estado y Gestión Pública de la Licenciatura en Desarrollo Humano, conversamos con los estudiantes del VIII semestre, a propósito del análisis de la coyuntura económica y política actual y sus posibles escenarios. La enfermedad de Chávez; la apuesta por las misiones; la “guerra” de las encuestas; el reconocimiento de los resultados; el tipo de campaña; el financiamiento y los programas de gobierno fueron los referentes básicos para el debate y el intercambio de ideas. Frente a la incertidumbre por los resultados que traduce la madre de las preguntas en tiempos electorales, las reflexiones que construimos de manera conjunta, incluyeron un tópico poco común en este tipo de análisis, pero clave para la salud mental de los venezolanos: la administración de las emociones.
Nada fácil, aparentemente, dado que el contexto prefigura un bombardeo incesante de propaganda que arreciará en los días que siguen, al igual que el discurso político que exalta, de lado y lado, la victoria en términos aplastantes; le asigna al acto de votar una trascendencia casi sublime en la vida cotidiana del venezolano, asociada a un proceso supuestamente decisivo para el destino histórico del país, con una retórica grandilocuente, por decir lo menos, que crea la sensación para el ciudadano desprevenido que el mundo se acaba el 7 de octubre.
En retrospectiva, y en general, con especificidades propias de cada época, la historia de las elecciones en el país muestra rasgos un tanto similares a los que hoy estamos presenciando. En las elecciones del primer mandato de Rafael Caldera, estuvo de moda la canción La Vida Continúa, popularizada por Sandro.
Conviene señalar que en el ámbito científico desde hace rato se producen investigaciones que apuntalan todo un nuevo espectro de teorías y prácticas relacionadas con la inteligencia emocional y la programación neurolingüística, las cuales contribuyen a darle el perfil a una nueva disciplina  que incorpora dentro de su campo de estudio, precisamente el tema de las emociones en el campo electoral: la neuropolítica.
No estaría nada mal que los comandos de campaña dentro de su estrategia electoral orientada a adiestrar a su militancia y adeptos para la captura y defensa del voto, incluyeran también un curso de ¿Cómo administrar las emociones el 7 de octubre?.