Es obvio que la falta de sueño o calidad de la misma, nos afecta de manera adversa, ¿pero cuales son los problemas que nos puede ocasionar?.
La privación del sueño hace que el sistema inmunológico entre en acción, reflejando el mismo tipo de respuesta inmediata que tiene lugar tras la exposición al estrés, según un nuevo estudio publicado en la revista Sleep.
En la nueva investigación, científicos de los Países Bajos y el Reino Unido han comparado los recuentos de glóbulos blancos de 15 hombres jóvenes y sanos en condiciones normales, y en condiciones graves de privación del sueño. Los mayores cambios se observaron en los glóbulos blancos conocidos como granulocitos, que mostraron una pérdida del ritmo día-noche. Según explicaba Katrin Ackerman, autora principal del estudio, «futuras investigaciones revelarán los mecanismos moleculares que subyacen esta respuesta inmediata al estrés, y describirán su papel en el desarrollo de enfermedades asociadas con la pérdida de sueño crónica”.
Algunos estudios previos han relacionado la restricción y la privación del sueño con el desarrollo de enfermedades como la obesidad, la diabetes y la hipertensión; mientras que otros han demostrado que el sueño ayuda a sostener el funcionamiento del sistema inmune, y que la pérdida de sueño crónica es un factor de riesgo para su deterioro.
En la nueva investigación, los glóbulos blancos de los 15 sujetos fueron medidos y analizados después de un estricto horario de ocho horas de sueño, cada día, durante una semana. A continuación, los participantes fueron expuestos a, por lo menos, 15 minutos de luz al aire libre dentro de los primeros 90 minutos de vigilia, y se prohibió el uso de cafeína, alcohol o medicamentos durante los últimos tres días. Este estudio fue diseñado para estabilizar los relojes circadianos, y reducir al mínimo la falta de sueño, antes del estudio de laboratorio intensivo.
Posteriormente, el recuento de glóbulos blancos en un ciclo normal de sueño-vigilia se comparó con los datos de la segunda parte del experimento, en la que las muestras de sangre fueron recolectadas durante 29 horas de vigilia continua. Como resultado, concluye Ackerman, los granulocitos reaccionaron de inmediato ante el estrés físico de la pérdida de sueño.
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