El mundo tiene su atención puesta en nosotros. Piensan que vamos a librar la primera gran batalla de este siglo y no les falta razón. Se sorprenden de que haya indecisos e indiferentes, también pueden tener razón, pero lo que más está sorprendiendo al mundo es que el venezolano se está llenando de coraje, de valor y de disposición para enfrentar al mal, sin levantar el fusil, tal como lo hizo el líder sudafricano, Nelson Mandela, en su lucha contra el apartheid, a causa de lo cual fue encarcelado durante 27 años y luego se convirtió en el primer Presidente de Sudáfrica elegido democráticamente mediante el voto.
Nosotros vamos a elecciones el 7 de octubre, conscientes de los privilegios que le ofrece el poder a quienes lo sustentan, pero al mismo tiempo quitándonos de encima la carga de temores que acumulamos durante todos estos años, porque pensábamos que el mal era un cuento de camino, un espanto para ocultar acciones detrás de la pared o una fanfarronería política. Eso generó temor, pero resultó que no era un espanto, es una realidad, es un mal momento, y cuando esto ocurre, o nos enfrentamos o nos entregamos al mal. Nos llegó la hora y se requiere coraje, fuerza de voluntad para llevar adelante la elección del nuevo Presidente de la República, entendiendo que los impedimentos que nos ponen en el camino, son más bien los motivos que deben justificar nuestra acción.
En la Sagrada Escritura el evangelista Mateo, nos relata el momento cuando en la oscuridad de la noche y con el lago agitado, Jesús de Nazaret se le aparece a sus discípulos caminando sobre las aguas en momentos cuando ellos navegaban en su lancha. “La barca se encontraba a buena distancia de la costa, sacudida por las olas, porque tenía viento contrario. Ya muy entrada la noche Jesús se acercó a ellos caminando sobre el lago. Al verlo caminar sobre el lago, los discípulos comenzaron a temblar y dijeron: ¡Es un fantasma! Y gritaban de miedo. Pero (Jesús) les dijo: Ánimo Soy yo, no teman. Pedro le contestó: Señor, si eres tú, mándame ir por el agua hasta ti. -Ven, le dijo. Pedro saltó de la barca y comenzó a caminar por el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir el fuerte viento, tuvo miedo, entonces empezó a hundirse y gritó:- ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús extendió la mano, lo sostuvo y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Cuando subieron a la barca, el viento amainó. Los de la barca se postraron ante Él diciendo:-Ciertamente eres Hijo de Dios” (Mt 14, 24-33).
La primera interpretación que podemos hacer de esta enseñanza es que el coraje lo encontramos en la fe, porque Pedro no teme porque él se hunde, sino que se hunde porque teme y es por eso que Jesús de Nazaret le dice: “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” En verdad las dudas nos infunden miedo, porque el miedo viene de la desconfianza, de no tener una protección y de unas reglas claras. Eso fue lo que pasó entre nosotros, pero ahora observamos que el pueblo comenzó a gritar. ¡Basta!. La fe nos está ayudando a no hundirnos. Miles y miles de hombres y mujeres se están alistando para la defensa del voto a favor de Henrique Capriles Radonski. Eso parece más que un CNE. Después de todo esto quiero decirles algo: El chamo ya encendió la pradera, los pueblos se levantan, apareció el coraje y la patria grita: ¡Vivan mis hijos, yo no parí cobardes!
Llegó la hora del coraje
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